Al chulo de la playa

Un hombre de grandes músculos, pecho velludo y barba oscura y cerrada pasea por la playa sintiéndose el rey del lugar. Las mujeres le siguen con la vista. Los hombres le envidian. Es un poderoso tiburón perfecto para el menú.

Alberto sigue a su tiburón con la caña preparada, su botella de refresco. En cierto momento, el hombre parece secarse el sudor de su frente con el brazo musculoso, por lo que el influencer se acerca con la mejor de las sonrisas.

-Hace calor, ¿eh?-y de detrás de el sale la botella de refresco- ¿Un trago?

El hombre asiente con indiferencia y le da un sorbo. Ya ha mordido el anzuelo.

Tras unos minutos, ya se encuentra desnudo, tras unas rocas, recibiendo una mamada del pecador. Y que mamada, o eso parece, por que el tío apenas puede respirar de lo que jadea.

Pero el rey del mar no se conforma solo con una experta comida de polla. Ese hombre lo quiere todo, y sin pedir permiso, coloca a Alberto sobre una toalla y le mete la polla de un solo empujón. El influencer gime de placer con cada embestida, mientras con sus manos intenta degustar todos los matices del plato.

Alberto no quiere que el plato acabe nunca. Le cambia de postura y sigue perforando. Siempre hay un placer mas, un nuevo lugar donde esa polla pueda recorrer dentro de su ano. Mientras, el sonido del mar de fondo, las olas salpican con agua salada los cuerpos, la misma sal del sudor del chulo, que se desliza entre sus dos poderosos pectorales.

-Una buena pieza de pescado jamás defrauda- dice Alberto tras recibir en su culo la gran descarga del chulo- cuantos sabores del mar en un solo bocado.