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Chapter 4 by obsexo obsexo

What's next?

O tienes la impresión de que la noche puede ser mucho más fructífera si le dejas hacer

Finalmente te convences de que lo que le gusta a Úrsula es que hagas lo que ella diga y decides seguirla pensando en que si eso te permite echarle un polvo... ¡Viva las caenas!

La sigues hasta la moto y montas de nuevo tras ella. Haciéndote el tonto subes tus manos e intentas tantear sus pechos, pero ella te lo impide con un golpe en la mano un poco más fuerte de lo necesario.

Bajas las manos y cierras los ojos en cuanto arranca el Godzilla de dos ruedas. Esta vez notas que el viaje es bastante más corto. Cuando finalmente para la moto abres los ojos y descubres que te encuentras en el jardín de una mansión que se encuentra en el centro de la ciudad.

Con un silbido calculas la pasta que debe valer ese terreno rodeado de los altos edificios del centro de la ciudad.

La mansión es un bonito edificio de principios de los años treinta donde se mezcla el estilo art decó y el modernismo.

Sigues a Úrsula al amplio y luminoso interior de la mansión. Estas tan fascinado por las columnas retorcidas y los arcos que hacen de todo el edificio una escultura, que no ves cómo ella se te acerca por detrás y te inmoviliza con una descarga eléctrica.

Con tus músculos aun contraídos coge tu cuerpo por una pierna y lo arrastra indefenso por el suelo hasta un puerta. Durante un instante desaparece de tu campo de visión, solo el tiempo necesario para traer unas bridas y atarte de pies y manos.

Abre la puerta y pese a la incómoda postura puedes ver una serie de empinados escalones que se adentran en la oscuridad.

Intentas preguntar a esa zorra que coños quiere hacer contigo, pero tu lengua aun paralizada te lo impide. Con un gruñido la joven te coge las piernas y tira de ti hacia las escaleras. Impotente observas como los músculos de los hombros de la joven se tensan tirando de tu peso muerto y te aproximan a la puerta sin dificultad. Tienes que reconocer que la tipa esta cachas.

"No, no, no" piensas a medida que te acerca cada vez más a los escalones. Intentas moverte de nuevo sin resultado alguno así que la mujer te baja los escalones de uno en uno permitiendo que los cuentes a base de golpes en la cabeza contra la dura piedra.

Al llegar al sótano ya puedes mover un poco la cabeza y lo que ves te corta el aliento. El sótano es una enorme sala con paredes de piedra húmeda y mohosa en la que se exhiben todo tipo de siniestros aparatos de tortura.

Hay muchos que nunca has visto antes, pero con un escalofrío reconoces un potro y un cepo que ocupan la parte central de la estancia así como una doncella de hierro en una esquina y una cigüeña así como toda una colección de collares, armas blancas de extrañas formas, látigos y vergajos colgando de la pared.

—¿Te gusta mi colección? —dice Úrsula orgullosa— Le costó media vida a mi padre y diez años más a mí reunirla y aun sigo buscando piezas.

—Todos son originales — dice acariciando la madera del potro y acercando su cara a la superficie— Si te acercas lo suficiente aun puedes oler el sudor y la sangre de los infelices que acabaron en ellos.

Al fin comienzas a recuperar la sensibilidad en tus miembros e intentas al menos sentarte para no parecer tan indefenso.

—¡Hija de puta! ¿Qué coños te crees que estás haciendo? —gritas forcejeando inútilmente con tus ligaduras— Cuando me desate te vas a enterar...

Mientras hablas Úrsula se ha puesto un guante de cuero y te arrea un puñetazo con todas sus fuerzas cortando tu sarta de improperios.

Tu cabeza te da vueltas y escupes sangre mientras intentas despejarte. Antes de que puedas hacer nada más la joven se acerca con una especie de tenazas con el mango de un metro de longitud y con la forma de un circulo en el extremo. Ciñe ese extremo entorno a tu cuello y lo asegura antes de cortarte la brida que tienes entorno a tus tobillos.

En cuanto tus piernas están libres te levantas con brusquedad e intentas embestirla, pero ella ya lo está esperando, esquiva con facilidad tus aun torpes movimientos a la vez que te maneja con las tenazas.

Poco a poco superando tu resistencia y riéndose ante tus vanas amenazas te acerca al potro y coloca tu cuello y después tus manos en él. La maestría con la que te maneja y la facilidad con la que te coloca en el instrumento, sin darte ninguna oportunidad de zafarte, te hacen pensar que a pesar de su juventud Úrsula es veterana en estas lides.

Después de asegurarse de que estás bien atrapado en el cepo, te quita las tenazas lo que al fin te permite respirar con un poco más de normalidad.

El cepo está situado sobre dos gruesos postes de madera que están clavados al suelo de forma que te encuentras con la cintura doblada en ángulo recto y las manos y el cuello atrapados en el potro.

Úrsula s acerca de nuevo a ti y sacando una navaja barbera de debajo de su escueta falda te quita la ropa en un santiamén.

Poco a poco vas recobrando tus fuerzas y más cabreado por los vaqueros que te acaba de joder que por haberte dejado en pelotas, te revuelves e intentas forzar el cepo, pero la madera y el hierro forjado son sólidos y solo consigues que Úrsula sonría satisfecha.

—Así me gusta, imbécil, cuanto más te resistas más divertido será esto. —dice ella cogiendo una fusta de la pared , flexionándola, apreciando su elasticidad.

Tú abres la boca para volver a insultarla pero ella descarga un zurriagazo en tu espalda que te hace saltar las lágrimas.

—A partir de ahora solo abrirás la boca cuando yo te lo permita y me trataras con deferencia, ¿entendido?

—Sí, señora —dices con los dientes apretados por la rabia.

—Mejor llámame Ama, eso de señora me hace vieja. —dice Úrsula dándote un bofetón para reforzar sus ordenes— Y nada de insolencias, no las tolero .

—Excelente, así que ahora empecemos tu adiestramiento. Antes de nada, quiero decirte que no te he elegido al azar. Lo he hecho porque durante nuestra "cita" me has demostrado que eres un hombre educado, hasta dónde lo puede ser un hombre y que aceptas las órdenes de buen grado. —dice ella acariciando tu lomo con la fusta— Sé que todo esto ahora te parece una locura pero en poco tiempo lamentarás no haberlo experimentado antes.

Con suavidad posa la fusta sobre tu espalda como si estuviese preparando el punto exacto dónde va a descargar el golpe y tu tensas tu cuerpo inconscientemente preparado para recibirlo.

La mano de Úrsula no se hace esperar y descarga un fustazo en tu espalda. Tu aprietas los dientes y sueltas un suspiro.

—¿Qué tienes que decirme? —te pregunta descargando un nuevo y doloroso golpe.

—Gracias Ama.

—Así me gusta.

Durante las siguientes horas Úrsula te somete a una serie de castigos. golpeando y azotando todo tu cuerpo sin quitarte del potro. Al principio solo sientes rabia y dolor. Lo único que deseas es soltarte y arrearle a esa zorra una paliza de órdago, pero poco a poco comienzas a notar como el dolor, el escozor y la incómoda postura te hacen sentirte más vivo. Eres consciente de cada parte de tu cuerpo, y absorbes cada gota de aire como si fuese miel. Recibes los golpes cada vez con más placer. El "gracias Ama" se vuelve cada vez más sincero.

Cuando termina esa primera sesión Úrsula se planta frente a ti jadeando por el esfuerzo y mirándote con firmeza pero no con desdén.

—Buen chico. Veo que no me equivocaba contigo—dice ella cogiendo tu barbilla y levantando tu cara para que puedas ver la satisfacción que expresan sus fríos ojos grises—Ahora, tu premio.

Úrsula se inclina frente a ti y te da un largo beso. Tú respondes con timidez y saboreas a la mujer .

A continuación coge un lienzo limpio y con suavidad enjuga el sudor que cubre tu cuerpo. Cada vez que el lienzo toca tu cuerpo el dolor y el placer se mezclan haciéndote estremecer. Finalmente te quita el cepo y agradeciéndoselo educadamente te yergues y estiras tu columna haciendo suaves movimientos para desentumecerte.

Úrsula te observa satisfecha y fija su vista en tu considerable erección. Se acerca a ti, te acaricia el interior de los muslos y con gestos elegantes y seguros se acerca a la pared donde coge un collar de cuero tachonado.

Tú esperas tranquilamente con la vista baja pero echando miradas de reojo al espléndido cuerpo de la mujer . La mujer se pone frente a ti y te coloca el collar mientras tú le dejas hacer aspirando con fruición el aroma que desprende su piel.

—Ahora habrá que hacer algo con esa maleza dice señalando el pelo que rodea tu erección.

Sin darte opción a replicar te sienta en una incómoda silla y trae un balde con agua jabonosa. A continuación deja la navaja en el suelo y mojando su manos en el agua te enjabona el pubis y los huevos. El agua caliente y las manos suaves y resbaladizas hacen efecto y tu erección aumenta hasta casi hacerse dolorosa. Tu polla se mueve ansiosa e involuntariamente y Úrsula enfadada te propina un golpe en los huevos para que la mantengas quieta.

Te doblas pero le das las gracias con una sonrisa en la cara.

Úrsula agarra la navaja barbera y la acerca poco a poco a tus testículos. La cercanía de la afilada hoja a tu miembro viril hace que tus pelos se pongan de punta pero ahogas tu terror y le dejas hacer.

Comienza por el pubis para a continuación cogerte la polla con dos dedos y la levanta para poder raparte los huevos con más comodidad. El primer contacto de sus manos en tu polla casi consigue que te corras pero te contienes y cierras los ojos disfrutando del paso de la cuchilla por tus genitales.

—Ahora está mucho mejor. —dice Úrsula poniéndose en pie y dándote unos suaves golpecitos en los huevos e indicándote que le sigas.

—Gracias Ama —respondes tú siguiéndole al potro de tortura.

Con suavidad te tumba sobre el potro y te ata las muñecas y los tobillos, girando la rueda hasta dejarlos tensos. Tú procuras ponerte cómodo, intentando evitar que tu espalda y tus muslos magullados sufran demasiado y esperas pacientemente. Úrsula vuelve a aparecer con una vela en la mano , la enciende y espera que la cera comience a derretirse.

Se inclina sobre ti y acaricia tu pecho provocándote un escalofrío de placer. A continuación inclina la vela y deja que unas gotas de cera derretida caigan sobre tu piel provocándote un intenso y fugaz dolor. Casi al instante la cera se enfría y se endurece. Úrsula se acerca un poco más y besa los lugares donde la cera a tocado tu piel. La sensación de placer es indescriptible. Sientes un deseo tan profundo por esa mujer que cualquier cosa que te hace te reconforta y te excita.

Con un gesto derrama otro chorro de cera sobre tu abdomen y tus muslos haciendo que tus manos y tus tobillos tensen las cuerdas que te sujetan primero con el dolor y luego con el placer de sus besos.

Con un soplido Úrsula apaga la vela y remangándose la falda de cuero se sube al potro y se pone a horcajadas sobre ti.

Cuando su sexo contacta con tu polla, no puedes evitarlo y te corres como un adolescente salido manchando su tanga y sus muslos con el producto de tu eyaculación. Intentas disculparte pero ella te suelta un bofetón y te echa una bronca realmente enfadada. Tú te encoges como un cachorro pillado en falta y aguantas ansioso que ella deje de gritarte.

—¡Ahora vas a limpiarme toda esa inmundicia! —dice poniendo sus sexo en tu cara.

Tu abres la boca obediente y le lames el interior de los muslos y el tanga de Úrsula saboreando por primera vez en tu vida tu propio semen.

El suave gemido de la mujer te estimula y lames y mordisqueas con más fuerza. Úrsula se aparta el tanga y deja que le chupes es el coño a placer. Por fin notas como el cuerpo de la mujer comienza a vibrar y a disfrutar. El peso del cuerpo y los flujos de Úrsula te asfixian pero tú sigues lamiendo hasta que ella se aparta con un gemido.

Poco a poco se retrasa hasta que vuestros sexos vuelven a entra en contacto. Tu polla, que sigue dura como una piedra, se retuerce hambrienta cuando ella se la mete de un solo golpe.

Impotente deseas que te folle más fuerte, pero sabes que no debes pedir nada y observas a la joven mecer su cuerpo con tu polla dentro. Poco a poco Úrsula acelera sus movimientos a la vez que inca sus uñas en tu pecho y te pellizca los pezones .

La mujer comienza a jadear y se retuerce moviendo sus caderas con todas sus fuerzas arañándote y mordiéndote hasta que notas como todo su cuerpo se crispa asaltado por un fuerte orgasmo.

A punto de correrte ella se separa y parece que va a irse y dejarte atado, pero con una sonrisa traviesa coge tu polla y la retuerce y sacude con violencia haciendo que te corras de nuevo abundantemente mientras te golpea los huevos.

Tras unos segundos te recuperas un poco y ella suelta tus ligaduras y te ayuda aponerte de pie. Te sientes dolorido, sucio, apaleado, pero sobre todo agradecido a la mujer que te ha demostrado en qué consiste de verdad el placer.

—Bien, ahora directo a la ducha, —dice conectando una cadena al collar y llevándote al piso de arriba— Luego te ensañaré el resto de tus deberes. Tienes mucho que aprender.

Tres semanas después.

—Bueno, ha llegado el momento. —te dice Úrsula colocándote la cadena en el collar

—No olvides lo que te enseñado y todo irá bien. Y recuerda, —te dice cogiendo tu cabeza con fuerza obligándote a mirarle a los ojos— no me decepciones o te castigaré.

Entráis en el atrio dónde varios hombres y mujeres impecablemente vestidos comienzan a entrar seguidos por sus esclavas y esclavos semidesnudos el comienzo de la reunión.

De entre ellos aparece Jorge con una pequeña pelirroja siguiéndole como un perrito faldero. Te mira, te reconoce a pesar del disfraz y sonríe divertido.

—Vamos, perrito. Creo que hoy va a ser un gran día para ti.—te dice tu Ama tirando de la correa con gesto satisfecho.

FIN

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