Miguel, el aficionado de las peleas femeninas

A Miguel nunca le agradó la idea de pelear en un ring u octagono, desde pequeño siempre ha sido alguien que ha evitado todo tipo de encuentro violento con otra persona, pues sus padres le habían enseñado a resolver cualquier problema hablando y razonando.

Sin embargo, la verdad era que eso nunca le ayudó, por más que intentaba hablar con sus abusadores, siempre terminaban golpeándolo. Y así fue por mucho tiempo su vida escolar, hasta que conoció a aquella chica, una estudiante nueva de último año, Irina Zoya.

Ella era hermosa, pero no se adaptaba a los estándares de belleza actuales. Era una luchadora de artes marciales mixtas aficionada, por lo que su cuerpo lucía como el de una diosa amazona; sus brazos eran grandes y musculosos, tenía un vientre ejercitado y por supuesto, unas piernas mucho más grandes que la circunferencia del cráneo de Miguel.

Ella fue quien lo cuidó de todos sus abusadores, y cada vez que Miguel tenía tiempo, la iba a visitar al club de lucha libre, donde la chica practicaba grappling.

Ahora el se encontraba en clases, escuchando a su profesor enseñar matemáticas de una forma tan aburrida que le hacía desear que ya suene la campana para ir a ver a su amiga.

"¿Iras a verla hoy también? " Preguntó John, un viejo amigo de Miguel que estaba sentado a su lado.

"Claro que si, ella es mi amiga. " Contestó Miguel mirándolo. "¿Por qué?

"Hay hombre, llevas casi un año siendo su amigo, pronto será el baile de graduación, ¿no piensas invitarla? " En ese momento, la campana sonó indicando el fin de las clases.

"Eso tengo pensado, John, pero Irina no es como cualquier mujer de esta escuela, a ella no le importa ese baile, pronto tendrá su primera pelea profesional y ella me quiere en su esquina. " Se excusó. "Cuando ella gane, le dire mis sentimientos y luego, la invitaré al baile. "

"Esas peleas... " Susurró John alzándose de hombros. "¿Quién iría a pensar que un pacifista como tu estaría enamorado de una completa maquina de matar? "

Miguel estaba guardando sus cosas en la mochila, cuando corrigió. "Ella solo lo hace por el deporte, John... " Y de pronto recordó. "¿Oye tu padre no viene a verte hoy? "

"¡Mierda! " Maldijo empacando los libros como si fuera flash. "Lo había olvidado, ese viejo siempre llega temprano. "

"Será mejor que te apresures si no quieres que te castiguen. " Se burló Miguel.

"Ha ha, que gracioso. " Expresó con sarcasmo su amigo mientras caminaba hacía la salida del aula de clases. "¡Nos vemos mañana, Miguelito! " Finalmente, se despidió, llamando a su amigo de la misma forma que lo hace su madre.

Miguel se quedó solo y entonces sin ninguna prisa, caminó hacía el club de lucha libre, que quedaba en el último piso del edificio escolar. Por suerte, solo tuvo que tomar al ascensor.

Después de unos minutos, se encontró con la habitación en donde estaba Irina, abrió la puerta con cuidado y se aseguró de no hacer mucho ruido para no interrumpir alguna actividad que estuviera haciendo su amiga.

Al entrar, la vio estirando sus fuertes brazos, pero también se fijó mucho en sus tetas, las cuales eran ridículamente gigantes.

Ella notó su presencia y le lanzó una mirada seria. "Ponte unos guantes y un casco de boxeo, necesito hacer sparring. "

Miguel dejó de lado su mochila. "¿Qué hay de tus compañeras? " Preguntó ignorantemente aun viendo que nadie estaba en el club.

"¿Ves a alguien más en este lugar? " Dijo Irina sarcásticamente. "Sube al octagono rápido, solo quiero calentar. "