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Chapter 16
by Salidoman2000
¿Qué hacen ahora los asesinos?
Músculos prueba la puerta de atrás de Heidi.
Músculos no había parado de follarse a Heidi en ningún momento. Había disfrutado con el espectáculo de Cerebro y Kate. Definitivamente también tenía que probar a la hermana pequeña, pero creía que le había tocado el premio gordo. Había estado esperando esto desde el momento desde que le mostraron las fotos. Se habría conformado con cualquiera, pero tenía "algo" con las rubias de ojos claros. Por fortuna para él, era un portento físico en todos los sentidos. Podía aguantar más que cualquier otro.
Heidi debía sentir dolor en las rodillas. Debía sentir los tirones cada vez más fuertes de pelo. Debía sentir vergüenza al tener expuestos todos sus encantos, más incluso que sus amigas o su hermana. Debía sentir la humillación de ser poseida como un mero juguete sexual. Debía sentir rabia al ver al líder de la manda eyacular sobre los jóvenes pechos de su hermana. Al escuchar los gritos de Dana al fondo. Todo eso debía estar allí, pero eran sensaciones lejanas. Lo más acuciante, lo que más reclamaba su atención en este momento, era el enorme pene que la estaba penetrando salvajemente. Jamás había visto uno tan grande. Dolía hasta tal punto que no sabía si era capaz de sentir nada más. Gritaba y lloraba para intentar paliarlo. Pedía que las soltasen. Suplicaba que acabasen ya con todo esto.
No había tenido muchos amantes en su vida. Algunos al acabar el instituto y empezar la universidad. Desde entonces, solo el que ahora era su esposo. En ocasiones habían tenido sexo más duro, más desenfrenado. Nada parecido a esto.
Músculos volvió a empujar la cabeza de Heidi hacia delante, dejándola de nuevo a cuatro patas. Veía el perfil de las tetas, colgando y balanceándose. Demasiado tentador. Agarró una con la mano derecha. Sin cariño ni delicadeza. La apretó como si intentase hacerla reventar. La mujer se sacudió como si la hubiesen electrocutado.
De pronto dejó de penetrarla. Tan rápido como le había metido la polla, la saco. Durante unos instantes se maravilló con su obra. Un agujero delicado, suave, estrecho, ahora estaba abierto de par en par, luchando por volver a cerrarse poco a poco. La mujer, extenuada, se dejó caer al suelo.
Heidi cayó al suelo, boca abajo. Daba gracias a los cielos porque todo había terminado. Buscó a Kate con la mirada. No estaba lejos. Permanecía inmóvil en el suelo mientras lloraba. Heidi quiso llegar hasta ella. Las piernas y la cadera aún le dolían demasiado. No consiguió levantarse. Ni siquiera volvió a ponerse a cuatro patas, aunque lo intentó. Se encontró con una mano en la espalda, obligándola a quedar así en el suelo. Sintió algo duro colarse entre los glúteos y presionando contra el ano.
-¡No!, ¡Por ahí no! ¡Eres demasiado grande!
A Músculos le encantaba que le recordasen que la tenía grande. Había violado a muchas, pero nunca se sentía satisfecho hasta que se lo decían.
Le hizo gracia verla tratando de arrastrarse, como si tuviese escapatoría. No le iba a servir, como no le estaba sirviendo suplicar, y cómo tampoco le servía intentar revolverse.
Guió la cabeza de la polla hasta la entrada del Ano y comenzó a apretar despacio. Quería ir ganando cada centímetro. Si al follársela se había encontrado con un coño de primera calidad, sobretodo para una madre de dos hijos, al sodomizarla se encontró un agujero tan pequeño que, durante unos segundos, le hizo pensar que realmente ella tenía razón y no iba a entrar. Apretó los dientes para seguir empujando. No iba a ser fácil, pero si a él le dolía, a ella debía estarla matando.
Heidi abrió los ojos desmesuradamente, sin parpadear. También abrió la boca, pero no tenía aire para gritar. Simplemente la dejó abierta, cual pez fuera del agua intentando respirar. Estiró el brazo derecho hacia delante, buscando algo a lo que aferrarse, o una ayuda que no iba a llegar.
Había tenido sexo anal antes, pero solo tras muchos preliminares, y después de meses de peticiones por parte de su marido. No le había gustado entonces con un pene de tamaño normal, y no le gustaba ahora con semejante monstruosidad. Movió la cabeza de lado a lado, negando, y agitando a la vez la dorada melena. Se sentía llena, cómo si en su cuerpo no pudiese entrar nada más. A cada embestida notaba algo desgarrándose en las tripas.
Al final notó a Músculos arremeter más rápido y con más fuerza. Estaba apunto de correrse. Normalmente la haría sentir enferma. En aquel momento, deseó que lo hiciera de una vez.
Músculos comenzó a correrse dentro. Sacó la polla a tiempo para salpicar el culo y la parte baja de la espalda. Parecía que era la primera vez en años. Se sentía satisfecho. Aún había muchas cosas que quería hacer, claro, pero por ahora necesitaba reponer fuerzas. No mucho tiempo. Solo el suficiente.
Contempló su obra. Heidi seguía tumbada boca abajo, demasiado dolorida para intentar darse la vuelta. Tan solo esperaba mientras intentaba asimilar lo ocurrido.
¿Prosigue la orgía?
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4 mujeres condenadas
4 mujeres pasan una semana en una cabaña aislada, sin saber que un grupo de mercenarios las vigila
Created on Jul 29, 2012 by Salidoman2000
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