Llega el lunes.

Ya es lunes, el despertador pita como una locomotora, te duele la cabeza pero te levantas, te aseas, te vistes y desayunas corriendo, para variar y sales corriendo de casa.

Cuando llegas al la oficina y a tu mesa, enciendes el ordenador. Todo el mundo ya está en su mesa, hasta tu jefa ha entrado en su despacho. Suena tu teléfono, lo descuelgas y te llaman de recursos humanos, quieren verte ya, es un problema con tu contrato.

Cuando llegas a RRHH, entras y te acompañan hasta el despacho del jefe de RRHH. Un hombre gordo con una papada considerable, con una voz suave y dulce que no pega nada con ese cuerpachón, te indica amablemente que la empresa ha recibido un informe negativo tuyo, por lo visto no eres el perfíl que buscan, te dice que cobrarás el cheque de todo este mes, pero que ya te puedes ir a casa y que no hace falta que vuelvas más.

Se acabó el agobio.