Las chicas al final de un largo día

Las cuatro mujeres habían acabado de cenar hace unos instantes. Ahora hablaban distendidamente entre ellas de temas sin importancia, mientras acompañaban la conversación de algunas copas.

Heidi vestía unos ajustados pantalones vaqueros y una cómoda camisa blanca. Catherine aún llevaba puesto su bikini rosa. Dana ya se había cambiado para la noche, y llevaba un un camisón de color amarillo claro. Kate llevaba la parte de abajo de su bikini verde y una camiseta blanca, sin nada debajo, que dibujaba perfectamente las preciosas formas de su cuerpo.

El día había empezado temprano. Se habían reunido a primera hora. Antes de salir habían ido de compras todas juntas. Necesitaban bañadores, provisiones para unos cuantos días, alguna bebida...
Después, tras un largo viaje en coche, llegaron a la cabaña que se encontraba tal como la recordaban, cómo si el tiempo no pasase por ella.

Tras instalarse y elegir habitaciones, dedicaron el resto del día a bañarse, tomar el sol, y poco más. Aún así se encontraban cansadas tras la cena, pero eso no les impidió seguir conversando un rato. Tenían mucho de lo que ponerse al día tras casi un año sin verse.

Mientras tanto, Kate se peleaba con su teléfono móvil. Tras un rato intentando encontrar cobertura, comenzaba a desesperar.

-Maldita sea. Así no hay manera - acabó protestando Kate.

-Podrás llamar con tu maravilloso móvil mañana, cuando pasemos por el pueblo. - Respondió Heidi

-Se llama "smartphone", carcamal - Acompañando sus palabras, se levantó de la silla - Voy a ver si gano algo de cobertura allí fuera.

-Ten cuidado. Durante el día hacía calor, pero ahora estará refrescando bastante en el exterior. - Ahora era Catherine quien hablaba, aunque sin lograr disuadir a la joven. - Y deberías empezar a usar sujetador, tus dos amigas no van a desafiar la gravedad para siempre, ¿sabes?

Como toda respuesta, Kate sacó la lengua de forma burlona antes de salir por la puerta.

-Pero hay que admitir que son unas tetas preciosas - Dana aún miraba ensimismada a la puerta por la que acababa de desaparecer Kate.

-¡Alto ahí zorra! - cortó Heidi fingiendo enfado - estás hablando de mi hermanita.

-Oh, no te preocupes, las vuestras también son bonitas.

Y las tres se echaron a reír