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Chapter 13 by Salidoman2000 Salidoman2000

¿Qué hará Kate?, ¿La ve alguien antes?

Kate va a por el arma

Todavía dolorida, moviéndose con dificultad, Kate comenzó a gatear hacia la mochila. No estaba demasiado lejos, pero aún así iban a ser los metros más largos de su vida. No podía ir más rápido por miedo a ser vista. No quería ir lento porque seguía escuchando y viendo lo que aquellos salvajes hacían con su hermana y amigas. Sus ojos seguían llorando a mares, aunque de algún modo mantenía la boca cerrada.

Heidi intentaba soltarse. Apoyaba una mano en el estómago de Cerebro para intentar sacarse la polla de la boca. No podía. El exsoldado la sujetaba agarrándola del pelo y tirando con fuerza a la vez que embestía. Al menos el ritmo no era demasiado rápido. Se tomaba su tiempo para disfrutar. Músculos, por detrás, era otra historia. Empleaba tanta fuerza en cada embestida que Heidi habría caido de boca contra el suelo de no estar allí Cerebro. La rubia tenía el coño escocido. Jamás la habían penetrado con un miembro tan grande ni tan grueso. Intentaba protestar, pero con el pene de Cerebro en la boca, tan solo conseguía algunos gruñidos ahogados.

Catherine se esforzaba por hacer un buen trabajo. No le agradaba nada pensar en el placer que estaba proporcionándole a Sombra. Deseaba reunir valor suficiente para morder y arrancarle la polla a ese cabrón. En lugar de eso, movía la lengua, apretaba el glande con suavidad. Acariciaba los testículos son sus suaves y delicadas manos. Se odiaba a sí misma, sintiéndose humillada y utilizada. Su cabeza se balanceaba hacia delante y atrás como la de una profesional. Una puta barata. Así se sentía. Tan solo esperaba hacerle acabar pronto. Cuanto antes se corriese antes acabaría todo esto.
Sombra estaba en el séptimo cielo. Jamás había recibido una mamada como esta, y había estado con auténticas profesionales. No era solo por la habilidad oral de Catherine. Le excitaba aún más ver a una mujer como ella, elegante y refinada, dominada con tanta facilidad. Ver su cara de derrota, su hermoso rostro torcido con una muesca de humillación y miedo, demasiado miedo, era lo que le estaba llevando al climax.
Cuando casi estaba allí, la agarró por el pelo y la obligo a echar la cabeza hacia atrás. Ignorando sus quejas y sus gritos, la mantuvo así hasta que comenzó a correrse por toda la cara. Ver su rostro totalmente mancillado, mezclando lágrimas y semen, fue la excisita guinda a un gran pastel.
Catherine quería morirse. Se maldijo a sí misma por no haberse defendido mejor. Se acurrucó en la pared a su espalda y deseó que todo acabase pronto.

Dana ya no podía resistirse más. Intentaba seguir forcejeando, pero estaba exahusta. Notaba algo de sangre deslizándose desde el ano hasta la mesa. Era lo más doloroso que había experimentado jamás. Al igual que sus amigas, se sentía humillada y sucia. A pesar de todo, seguía teniendo ganas de pelear. Ahora se dejaba hacer, ¿qué otra opción tenía?, pero sabía que antes o después tendría que jugar sus cartas. Eso no la hacía sentir mejor. No la consolaba mientras el pene seguía entrando y saliendo de su ano. Sodomizada. Lo había leido en cientos de informes. Jamás esperó encontrarse como víctima de uno de esos informes. Tenía ganas de vomitar, y sentir la mano izquierda del cerdo asiático metiéndose bajo el camisón y jugando con sus pechos no ayudaba. Ya ni siquiera le importaba el cuchillo. Mientras se sacudía hacia delante y hacia atrás, arañándose el estómago con la mesa, apretando los dientes y cerrando los ojos con fuerza, solo quería encontrar una salida.

-¡Soltadlas cerdos!

La voz de Kate dejó a todos helados. Durante un momento se hizo el silencio. Todos menos Músculos dejaron de moverse. El grandullón estaba demasiado ocupado como para preocuparse de una pistola. Si la chiquilla iba a disparar, que lo hiciera.

-¡He dicho que pares!

Kate lloraba, así que apenas podía entenderse lo que decía, pero el mensaje quedaba bastante claro.
Heidi, por fín con la boca libre, fue la primera en gritar. Gritó que corriese, que saliese corriendo de allí. Dana no dejaba de gritar que disparase. La inspectora sabía que esto no podía acabar bien para ellas, no por las buenas. Si Kate empezaba a disparar, esos hombres la tomarían en serio. Catherine seguía acurrucada en la esquina. Pensó que, tal vez, ya estaban a salvo.

¿Consigue Kate liberar a las demás?

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