El despertar

Martin despertó confundido, con el rostro enrojecido y una sensación extraña en su cuerpo. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que no llevaba ropa, solo una sabana que lo cubría parcialmente. Sentía una incomodidad inmediata, pero antes de que pudiera procesar lo que estaba pasando, vio a su madre en la puerta de la habitación, mirándolo tranquilamente.

"¿Qué… qué pasó?", preguntó, cubriéndose lo más que pudo con la sabana, mientras sentía que la vergüenza comenzaba a invadirlo. Aunque estaba incómodo, no sentía que fuera una situación humillante, solo rara.

"Te measte, Martin", le dijo su madre con total naturalidad, sonriendo sin juzgarlo. "Te quedaste tan dormido que ni te diste cuenta. Como tu ropa estaba mojada, decidí ponerte solo la sabana hasta que te despertaras."

Martin, atónito, solo alcanzó a murmurar: "¿Me oriné… en la cama?", sintiendo una mezcla de sorpresa y vergüenza.

"Sí, pero no pasa nada", le respondió ella con tranquilidad, como si fuera algo completamente normal. "Es solo un pequeño accidente, no te preocupes, hijo."

A pesar de las palabras tranquilizadoras, Martin aún se sentía incómodo. Antes de que pudiera reaccionar, su madre, sin pensarlo mucho, levantó la sabana para asegurarse de que él estuviera cómodo, mostrando su cuerpo desnudo sin querer. Martin, que estaba haciendo lo posible por cubrirse, soltó un "¡Mamá!" de inmediato.

"¡Tranquilo, tranquilo!", le dijo ella en tono relajado. "No me atraen los micropenes, Martin", agregó en tono de broma, con una sonrisa ligera, para tratar de aligerar el ambiente.

El rostro de Martin se puso rojo al instante, y aunque estaba muy avergonzado, se dio cuenta de que su madre no lo decía con malas intenciones. Solo estaba intentando hacer la situación menos incómoda para él. A pesar de sentirse ****, la actitud relajada de su madre le hizo entender que no estaba siendo juzgado.

"¡Mamá, por favor!" Martin levantó las manos para cubrirse lo más que pudo, aunque sabía que su madre no lo hacía con maldad.

"Vamos, Martin, no pasa nada", le respondió ella con ternura, acariciándole el cabello. "Son cosas que pasan, todos tienen accidentes. No hay por qué avergonzarse tanto."

Martin, aunque aún sonrojado, empezó a relajarse un poco al ver la tranquilidad de su madre. Sabía que no estaba siendo criticado ni ridiculizado. Ella simplemente trataba de restarle importancia al asunto con su actitud juguetona.

"¿Entonces qué hago ahora?", preguntó, aún algo incómodo, pero con una sonrisa tímida.

"Bueno, ¿qué te parece si te quedas así?", dijo su madre, mirando la situación de forma práctica. "Ya está hecho, ¿verdad? Te quedas con la sabana, no pasa nada. Quédate cómodo, no hace falta que te pongas ropa ahora mismo."

Martin, aunque sin palabras, no pudo evitar sentirse un poco menos incómodo con la actitud relajada de su madre. "Está bien, mamá", murmuró, sonriendo levemente, aliviado de que ella lo tratara con tanta comprensión.