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Chapter 2 by traviezisha traviezisha

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6. Comprando lencería con mi banana

Para ese entonces, yo ya había comprado tanguitas para mi en un par de ocasiones, sin embargo, la excitación que sentía antes de la compra, se convertía por completo en miedo y nervios justo antes de llegar a la tienda, durante la compra, y hasta unos minutos después, no era hasta que estaba camino a casa que por fin podía volverme a sentir emocionada, y ansiosa por estrenar mis prendas femeninas; el problema con los nervios es que en varias ocasiones fueron tan grandes, que no me dejaron entrar, o ni siquiera llegar a la tienda, y en esas ocasiones, al no haber comprado nada, la excitación no volvió pronto, y eso no me gustaba.

Tenía que pensar en un plan para evitar perder la excitación, y siendo la jotita que soy, pensé que la mejor manera era estimular mi ano durante todo el camino, y la compra, para no olvidar la razón por la que estaba comprando prendas femeninas: por que yo era una mujer.

Comencé a planear el viaje varios después de haber encontrado la tienda a la que quería ir, ya había identificado el modelito que quería, era uno de los que se veían desde la calle, un conjunto de tanga y brassier rojos, seguramente por las fechas cercanas a navidad y año nuevo, hice la ruta para pasar por fuera de la tienda un par de ocasiones en bicicleta, en ambas ocasiones vi el conjunto ahí, en lo alto, lindo y esperando por mí, pero sabía que no me esperaría para siempre.

Llegado el día puse en marcha mi plan, comencé a estimular mis nalgas, mis piernas, y especialmente mi ano, lo humedecí, lo dilaté, lo penetré con mis dedos, y hasta con un palo de escoba que en ese entonces era mi amante preferido; cuando me sentí lista, tan excitada como para hacer ese recorrido, la compra y el regreso sin dejar a los nervios sobrepasar mi calentura, fui a la cocina por una banana, había un racimo completo, pero había además un par de plátanos macho, de esos que son tan largos como un plátano normal y medio, pero con el doble de diámetro....

No lo pensé dos veces, me llevé el plátano macho a la cama, lo pelé con la misma pasión y deseo con que hoy día bajo el boxer de mi hombre para descubrir su miembro, y también, tal cual hago hoy en cuanto el miembro queda a la vista, comencé a lamer, besar y chupar el enorme banano, alistándolo para expandir mi ano y acompañarme en mi viaje, estimulando todas mis paredes... Combinando lo húmeda que estaba, y la complexión de este tipo de plátanos mucho más firme que uno normal, no le fue difícil abrirse paso centímetro a centímetro dentro de mi ano hasta quedar por todo, firme, completo, dentro de mi.

Después de vestirme velozmente, subí a mi bicicleta, pensé que el solo hecho de sentarme en el asiento me estimularía un poco más, pero el plátano se había recorrido incluso más dentro de mi, que no hubo diferencia, hasta el momento que comencé a pedalear... cada ciclo sentía el enorme banano dentro de mi, hubiera sido imposible olvidarme más de un segundo que estaba siendo invadida en ese momento, e incluso más, dejar de sentir ese placer, y emoción de saberme en la calle, con tremendo fruto en la cola.

El viaje se sintió mucho más largo que cuando lo hice con el ano vacío, pero lo agradecí, y aunque en un par de ocasiones pensé el hombre que tenía en mi culo se iba a salir, logré mantenerlo en mí, y llegué a la tienda, disimulando el enorme banano que estiraba mi recto en todas direcciones, me contuve y pedí el coordinado de la forma más natural posible, sé que supe disimular bien, pues la vendedora preguntó si lo quería envuelto para regalo, supuso sin saber, que era un regalo para alguien más; yo dije que sí, era a fin de cuentas un regalo, de mi para mi; y así es como hice mi primera compra con un plátano macho metido por completo en mi culo.

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