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Chapter 2 by traviezisha traviezisha

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5. Desodorante en público

Si bien tenía internet en casa, a veces aún visitaba el cyber café, ya sea para jugar con mis amigos, imprimir, o por que no estaba cerca de casa.

Desde que conocí el porno soy adicta a él, y esta adicción nunca ha sido una que yo controle, siempre que hubo manera, me quedé en el cybercafé mirando porno, imaginando ser alguna de las mujeres, y cuando estuve más excitada, me aseguré de dejar mi blog porno, mi perfil de facebook o alguno de mis anuncios sexuales como página principal para que lo pudiera ver el siguiente visitante, y me contactara, incluso imprimí fotos porno mías y les puse mi correo electrónico, y olvidé algunas de esas en los cyber cafés, y en algunos camiones, estaba deseosa de contacto sexual.

Por esa misma razón, comencé a ser un poco más atrevida, antes de salir al cybercafé a hacer cualquier actividad cotidiana, jugaba con mi ano en casa, y antes de salir, me aseguraba de llevarme puesto algún objeto fálico, a prueba y error descubrí que el mejor era un desodorante rollon, pues no era tan largo como para notarse, ni tan corto como para no sentir como ese miembro grueso me acompañaba en el culo durante el camino; ya en el cyber, yo me daba sentones super disimulados en la silla, era tan exitante que mi deosorante me estuviera cogiendo por el culo ahí mismo, rodeada de gente, y me encantaba mirar al rededor para contar la cantidad de público que habría en caso de ser descubierta, si miraba porno, era más indiscreta, contraria a como haría un hombre, que seguramente se acariciaría el miembro, yo buscaba la manera de acariciar el miembro que traía en el culo para penetrarme al ritmo del video porno, a riesgo de que cualquier cliente, o incluso el dueño me descubriera, la verdad jamás pensé si habría cámaras, pero me encantaría que hubiera sido así, y encontrar algún video mío en algún sitio web, masturbándome el ano a escondidas en un cyber café.

Naturalmente, no podría aguantar el desodorante por tiempo indefinido dentro del ano, pero ya tenía bien identificada la sensación cuando ya no aguantaría el desodorante mucho más en el culo, señal de regresar a casa, y también tenía bien entrenado mi ano para mantenerlo dentro hasta llegar; sin embargo, un día sucedió, yo sentí que ya debía sacarme el desodorante, así que pagué mi consumo y emprendí camino a casa, pero a pocos pasos del cyber café me encontré con un amigo que feliz de encontrarme, me sacó conversación, y me pidió acompañarlo de regreso al cyber, iba a terminar un trabajo o algo así, no duraría mucho; yo tendría que haberme negado, pero por alguna razón no lo hice, y apretando el ano para no dejar escapar a mi amante, caminé de regreso, estuve solo unos minutos de pie al lado de mi amigo, pues por más que apretaba, sentía que no podía más, el desodorante quería salir de mi ano, y no habría manera de explicar que hacía un desodorante en mi pantalón, en mis nalgas, y mucho menos en el piso si llegara a intentar caer por mi pantalón, como pude, veloz, me senté en una banquita común para tratar de meterlo de nuevo, y mantenerlo ahí, pero era una banquita de barras de metal, tenía que calcular colocar el desodorante en una de las barras para poder empujarlo dentro de mi, pues de quedar en uno de los espacios vacíos, y al estar yo sentada, se hubiera salido y probablemente quedado atorado conmigo ahí, así que yo, lo más disimulada posible, me movía hacia delante y atrás en la banquita, intentando acomodar el desodorante para introducirlo por completo en mi ano, cuando sentí la mirada del dueño, seguramente notó mis movimientos inusuales y estaba con una mirada sospechosa directo hacia mi, yo intenté disimular y sonreir, como siempre, pero no fui correspondida, él desvió la mirada, pero yo estaba segura que seguiría atento a mi; aún debía intentar acomodarlo de todas maneras, tendría que exponerme ante él, y seguramente nunca más volver al cyber, cuando mi amigo me dijo que había terminado; yo, con el momento más sutil que pude concebir, me levanté del asiento al tiempo que con mi mano empujé el desodorante hasta el fondo de mi ser, y apreté nuevamente para evitar descubrirme; el dueño seguramente lo notó pues mientras mi amigo pagaba no dejó de mirarme; pero yo no tenía tiempo de intentar ocultarlo, arreglarlo o investigarlo, debía apresurarme a llegar a casa a dejar salir de mi culo a mi amante, y pensar si me volvería o no a ir al cyber con un desodorante en el ano.

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