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Chapter 7 by drakki drakki

¿Qué haces?

Quítame el cansancio.

Anita te dice que vayas al aseo, que ella irá a su habitación y allí te esperará, quiere ser lo más discreta posible. Tú aceptas y te levantas preguntando que donde está el aseo, Isabel te indica donde queda y te vas hacia allá. Aprovechando que estás ahí, echas una larga meada. Te lavas las manos y te enjuagas la boca, te das cuenta de que estás muy nervioso, tan nervioso como si la chica te hubiera pedido hacerlo en la casa de sus padres. Resoplas y te relajas mirándote al espejo.

Cuando sales del aseo, Anita está escondida detrás de la puerta de su habitación haciéndote señas para que vayas. Miras hacia las chicas y ves que no están haciéndote caso, así que sales raudo hacia la habitación de la morenita y ella cierra la puerta nada más has entrado tú. Te toma de la mano y te lleva hacia su cama, os sentáis los dos en el borde de la misma. Ella está hecha un manojo de nervios, se le ve muy agitada y paralizada a la vez. Como ella está mucho más asustada que tú, le pasas la mano por su pelo y se lo recoges detrás de la oreja, ella se sonroja y mira hacia abajo.

Le coges el mentón y le levantas la cabeza delicadamente, ella te mira a los ojos y despacito, acercas tus labios a los suyos, os dais un suave besito, luego otro, el tercero es más fuerte, pero sigue siendo bastante casto. Le pasas la mano por su cara, ella cierra los ojos estremeciéndose por la caricia y le vuelves a dar otro beso, otro más y al siguiente abres tu boca y le pasas la lengua, ella tarda en devolverte la proposición, pero acaba sacando su lengua y ya os besáis con lengua hasta que ella pierde el aliento y se echa para atrás.

La atraes hacia ti y la sigues besando, aprovechas que la tienes a tu merced para tumbarla en su cama sin dejar de besarla. Ella está tensa pero se deja hacer, siempre sin dejar de besarla, tu mano baja de su cara hacia su cuello, de su cuello hacia su hombro y se su hombro hacia uno de sus pechos. Sigue sin resistirse, le acaricias suavemente su pecho izquierdo y dejas de besarla, le miras a los ojos y le sonríes: '¿Te gusta?' 'Sí.' Contesta con un susurro y te devuelve la sonrisa. Pasas de una teta a la otra y jugueteas con ellas, la besas en la boca, en el cuello, en la cara y bajas tu mano hacia su vientre, su ombligo. Sigues bajando pero te desvías un poco y le acaricias la cadera, el muslo, vuelves hacia arriba, lentamente hasta volver a sus pechos, ahora es ella quien te besa. Y como quien no quiere la cosa, vas bajando tu mano hasta su entrepierna. Ella cierra sus piernas, pero con tus suaves caricias, ella se va abriendo de piernas poco a poco, hasta que a un momento está lo suficientemente abierta para que puedas acariciarle su sexo sin problemas.

Anita está gimiendo suavemente, tus caricias hacen que se derrita como un helado al sol. Así que piensas que ya va siendo hora de pasar a mayores. Te levantas de la cama y la ayudas a levantarse, está un poco perpleja y te mira sorprendida. La haces que se gire y la agarras desde atrás, le besas el cuello, le acaricias las tetas más firmemente esta vez y la vuelves a voltear, cuando ya sabe donde está, agarras su jersey por abajo y haces para quitárselo, ella no se resiste, incluso levanta las manos para ayudarte, le vuelves a dar la vuelta y le desabrochas el sujetador, ella da un respingo de sorpresa, pero no te lo impide. Le acaricias las dos tetitas ya libres al fin. Le vuelves a dar la vuelta y de agachas para poder chuparle las tetas, sus pezones están duros como si fueran dos gominolas de carne suave y oscura. Ella te acaricia mientras mira como le succionas y sobas las tetas. Son dos tetitas anchas, planas, no abultan mucho pero son preciosas.

La empujas y se cae con un grito de susto de espalda sobre su cama. Te instalas entre sus piernas y a ella le da un ataque de risa y tú te aprovechas para acariciar su tremendo cuerpecito. Ella te mira y echa sus brazos hacia atrás, pasa su mano derecha bajo su cabeza para ver mejor lo que vas a hacer. Le desabrochas el fino cinturón de su vaquero, le quitas el botón, bajas su cremallera y tiras de él para sacarselo, ella levanta el culo para ayudarte, cuando por fin y no sin esfuerzo has logrado quitarle los pantalones, ella está tumbada ante ti, desnuda, salvo por un tanga rojo y totalmente entregada a ti.

Recorres con tu lengua sus delgadas piernas, parando antes de llegar a su sexo que desprende mucho calor. Después de torturarla un poco con tu lengua y caricias entre sus muslos, le quitas el tanga tan velozmente que no se ha dado ni cuenta y para cuando ella se percata, ya le has abierto las piernas de par en par y tu lengua está sobre su clítoris. La has sorprendido de lleno, lanza un grito que ha sido amortizado por el volumen de la música en el salón. La tienes bien agarrada y no dejas que se te escape, le lames el coño mientras ella se retuerce entre el placer y la sorpresa. Su vello te acaricia la nariz pero no paras de lamerla y chupetearla, dándole todo el placer que tu lengua y labios son capaces de proporcionarle.

Ella está en su clímax, gimiendo y suspirando. Dejas de lamerla y te levantas del todo. Empiezas a quitarte la camiseta y tu pantalón corto no es capaz de esconder tu erección. Ella está jadeando y mirando tu tienda de campaña con los ojos como platos. Cuando te bajas los pantalones y tu boxer a la vez, tu polla sale disparada hacia arriba, como desafiando la ley de la gravedad, más tiesa que un mástil y más dura que un garrote.

'¡Ay dios! ¡Es muy grande!... Es... ¡La leche!' Te mira a los ojos asustada, Se sienta sobre la cama con tu polla a tan solo un palmo de su cara. Bastante tímidamente, casi con miedo, te agarra el miembro con la mano, lo palpa un poco y te vuelve a mirar. Tu empujas tu polla hacia ella, hacia su boca, ella entiende lo que le pides y le da un beso, luego se lo mete en la boca, te lo chupetea un poco y después de un ratillo, se vuelve a tumbar con las piernas abiertas. Te pones de cuclillas ante ella y apuntas hacia su sexo, empujas un poco, es estrecha pero está muy mojada, sigues empujando y ella gime fuerte, empujas un poco más y ella pega un grito de dolor, sigues empujando un poco más adentro y ella chilla de dolor.

'¡AY! Eso es demasiado grande para mi, tu cosa no me cabe. Sácala, por favor te lo pido. Sácala.'

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