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Chapter 4 by MrCaliban2 MrCaliban2

¿Aceptará Marianna el refugio nocturno que le ofrece el alquimista?

Marianna acepta el refugio de Harak Sun

Marianna sopesa durante unos momentos sus opciones. No sabe qué o quienes son La Ronda, pero, por lo poco que ha visto en las calles de Annun, vaciadas en un abrir y cerrar de ojos y el miedo en los ojos del alquimista, la princesa considera que debe tratarse de algo realmente maligno relacionado con la hechicería…una hechicería tan poderosa que es capaz de someter al miedo a una ciudad entera. Y, aunque ya se ha enfrentado a la hechicería antes y ha prevalecido (El ‘gran Drax’ puede dar fe de ello), en esta ocasión, conoce demasiado poco del asunto para enfrentarse a ella solo con la fuerza de su espada.

“Bien, alquimista. Quizás tengáis razón. Aceptaré vuestra oferta de refugio frente a La Ronda…sean quienes sean. Sin embargo, os advierto, maestro Sun. Haced algo inapropiado y lo pagareis. ¿Habéis entendido?”.-Dice Marianna con autoridad, clavando sus ojos verdes en los del hombre.

“Desde luego, mi señora.”.-Responde el maestro Sun, bajando sumisamente la cabeza.-“Podréis usar mis aposentos. Tienen un cerrojo interior. Yo…yo dormiré en los alojamientos de mis aprendices…ahora que no tengo ninguno por el momento.”.-Ofrece el alquimista.-“¿Deseáis algo para cenar? ¡Quizás podríamos hablar mientras cenáis!”.-Añade, levantando nuevamente la cabeza, con la esperanza quizás de seguir disfrutando de la visión de la voluptuosa amazona.

“No es necesario, maestro Sun. Si me disculpáis, estoy cansada. Mostradme vuestros alojamientos, por favor.”.-Responde Marianna que, aunque hambrienta, no le convence la extraña mirada que le dirige el hombre, por lo que desconfía de la comida o bebida que pueda ofrecerla.-“Como gustéis, princesa Marianna. Seguidme, por favor.”.-Replica el hombre, encendiendo una vela y guiando a continuación a la enorme guerrera pelirroja, a través de unas estrechas escaleras, hasta la segunda planta de la casa y de ahí, por un pasillo, hasta el lujoso dormitorio de Harak Sun, al cual parece que sus negocios le van bien.-“¡Que descanséis, princesa Marianna!”.-Dice el hombre mientras cierra la puerta, dejando la vela encima de un escritorio.

La voluptuosa princesa pelirroja escucha como los pasos del hombre se alejan de la puerta para, seguidamente, descender por la escalera. A continuación, Marianna bloquea la puerta con el cerrojo interior, bloqueándola adicionalmente con una silla. No se fía completamente del alquimista.

A continuación, se dirige hacia la gran cama con dosel que preside la estancia, cayendo pesadamente sobre el colchón de plumas. Además de hambrienta, Marianna es ahora consciente de lo cansada que está. Durante lo que le parecen unos segundos, la agotada guerrera cierra los ojos…pero los abre una hora después, sintiendo como un aroma acre inunda la habitación.

Se siente mareada y confusa, con su atlético cuerpo entumecido. Sus ojos, enturbiados por el tenue humo grisáceo que llena la estancia como una neblina, se posan en la única fuente de luz de la misma…la vela.-“¡Maldito….alquimista!”.-Maldice la guerrera viendo como el origen del narcótico es la vela que llevó consigo Harak Sun.

¿Escapará Marianna de la trampa del pérfido alquimista?

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