Cálida bienvenida

Múltiples veces pensó en correr y perderse entre los árboles del frondoso bosque por el que caminaba, pero sabía que si llegaba a hacer eso, terminaría en un estado peor al actual.

Cansado, sediento y con los pies adoloridos debido a la ausencia de calzado, era como deambular en un desierto, sin nadie a su lado, porque a pesar de sus dolencias, nadie parecía prestarle atención, nisiquiera Valeska, quien se busca charlando con otras orcos .

No sabía cuanto tiempo tomaría en llegar a la aldea de su captora y sintió que se desmoronaba por cada paso que daba. Finalmente, luego de tanto calvario, cedió al suelo fangoso cuando tropezó con una piedra, empapandose de lodo.

Todas se detuvieron, y tratando de pararse, escuchó varias risas.

—¡No sabía que los humanos eran debiluchos! - Era una de las tantas frases y burlas que escuchaba. De pronto, sin poder mirar al frente por la humillación, alguien le ayudo a levantarse, agarrandoló con fuerza de un brazo.

Se encontró con el rostro frío de Valeska, ella chasqueó los dedos y en ese instante todos dejaron de burlarse. La orco lo llevó a rastras a una carreta jalada por caballos, allí estaban las diversas joyas y tesoros que estaban saqueado del poblado.

"Sube". Ordenó y casi al instante, Edward obedeció. Aunque recibiste ayuda, pues desde su trasero, la gigantesca mano de Valeska lo impulsó hasta adentro.

Se quedó acostado ahí, viendo pasar las copas de los arboles y escuchando voces y conversaciones, su respiración era lenta y mucho más calmada que antes, sentí que sus pies ya no le dolían, pero aun estaba sediento. Simplemente no estaba de ánimos como para exigir algo, no en su situación, así que solo trato de conciliar el sueño, una pequeña siesta de recuperación.

Cerró los ojos y se durmió.

De pronto, un chorro de agua fría lo golpeó. Se despertó de golpe, viendo que ya no se encontró en la carreta, sino en el suelo y rodeado de algunas tiendas de campaña.

"Ya era hora ..." Escuchó la voz de Valeska, la vio, y en sus manos sostenía una cubeta vacía. Edward se levantó temblando y maldiciendo en voz baja, luego fue arrastrado por la orco.

Ella lo llevó a su tienda de campaña, una muy grande y espaciosa, haciéndole recordar a las Yurtas de Mongolia.

Ella lo dejó caer en su cama, pero no se acercó a el, en su lugar fue hasta un armario y de ahí sacó un conjunto de "ropa". Un misero taparrabos, un camisón que le llegaba hasta el ombligo y unas zapatillas de cuero.

"Te espero afuera en 5 minutos ..." Avisó ella. "No me hagas entrar de nuevo, si sabes a lo que me refiero".

Salió de la tienda y sin ánimos de ser reprendido, se puso la ropa que le dio. Se sintió ****, estaba demasiado descubierto, definitivamente si alguien en la tierra lo viera, se reiría de el.

Con vergüenza, salió de la tienda en busca de la orco, pero no la encontró. En cambio, opera a su alrededor, al principio no se había dado cuenta, pero el lugar en donde estaba, no era del todo tétrico.

Vio algunos niños jugar, todos mestizos, hombres adultos de todo tipo de raza charlar con unas orcos, sin embargo, se dio cuenta de que no había ni un solo orco macho. Entonces dejó sus pensamientos, cuando alguien lo abrazó por detrás.

No sentí las abundantes tetas de su captora, sino el pecho plano de un hombre. Lo dejó de abrazar y le dijo emocionado. "Tu debes ser el futuro esposo de Valeska".

Notó que no estaba solo, detrás de el venían otros hombres. El era rubio, blanco y de ojos azules, por sus orejas dedujo que era un elfo, luego estaba un enano de aspecto juvenil, un chico gato y otro elfo un poco más joven, pero mestizo.

Quiso decir algo, pero enseguida aquel hombre le interrumpió. "Soy Yoni, el esposo de Koma, ella me dijo que las conocías, este de aquí es mi hijo." Señaló al joven mestizo. "Los demás son sus amigos".

"Me llamo Edward ... pero eso creo que ya lo saben". Supuse.

"Si, solo queríamos darte una cálida bienvenida, se lo que se siente ser <secuestrado>, pero no te preocupes, aquí somos mas civilizados que cualquier ciudad elfa."

"Gracias por eso, lo siento, creo que perdí el rastro de Valeska." Sin embargo, al pronunciar su nombre, la mujer orco apareció por su espalda.

"Veo que ya hiciste amigos." Dijo ella, luego vio a Yoni. "Es un gusto verte por aquí, Yoni, pensé que Koma te mantendría de rodillas lamiendole la vagina después de tanto tiempo fuera de casa."

"Oh, ella lo hizo, pero tengo mis trucos para desocuparme rápido." El guiñó un ojo a su hijo, a lo que el respondió con una expresión de vomito. "Adolescentes, ahora los ves asqueados, pero en el futuro todos cambian de parecer".

"Como sea, nosotros ya nos íbamos, debemos oficializar la boda con la anciana." Expresó la musculosa mujer. Luego agarró del brazo a Edward y se lo llevó.

No sin antes hacer una ademán con las manos despidiéndose.

"¿Qué vas hacerme?" Preguntó Edward, Valeska solo se limitó a sonreir, y esa fue una extraña sonrisa.