Sol, arena y penes en movimiento

Mariela estaba llena de un goce tan evidente! Caminaba sonriente, disfrutando de su propia sensualidad, del contacto de sus pies con la arena, la brisa marina, el sol, y sobre todo, de la agradable compañía de Juan Manuel y su enorme pene. Intercambiaba miradas con él, y en ocasiones seguía como hipnotizada el movimiento del miembro en la medida en que iban caminando.

"De verdad que venir a Peternia ha sido una de las mejores cosas que me ha pasado en mi vida...Es tan única feliz...y..." Mariela iba diciendo, justo cuando dos jóvenes desnudos pasaron corriendo frente a ellos, ofreciendo una escena de entretenimiento inesperado para ella. Con los penes moviendose en todas direcciones, la chica comenzó a reír mientras se llevaba la mano al corazón.

"Y....?" Preguntó Juan Manuel, a la espera de que Mariela concluyera la frase que había iniciado sobre Peternia.

"Y...bueno, este tipo de cosas...salen de la nada un par de muchachos lindos, desnudos, con sus cosas moviéndose en todas direcciones..." Comentó Mariela, mientras hacía ademanes con los brazos.

"Cosas...pensé que habíamos superado eso, Mariela....Cómo le dicen ustedes...? pipirichos..." Corrigió Juan Manuel.

"Sí, pipirichos, pues, moviéndose a todas partes...Eso es lo que hace maravillosa a la isla de Peternia. Te sientes libre, sin juicios, sin riesgos, puedes vivir tu sexualidad plenamente sin que te digan puta, mirarles las palomas a los chamos cómo y cuándo te dé la gana...O sea, es genial!"

"Ajá, entonces te gusta mucho ver palomas, Mariela?!"

"Claro, a qué chama, a qué mujer no...y tú crees que no voy a aprovechar la situación? Por ejemplo, tú andas con tu pipirichote y chocándote con los muslos cada vez que caminas...wow, es genial de ver..." Le dijo Mariela a Juan Manuel, con una sonrisa pícara en los labios.

"Qué tan genial es verme la polla chocar, Mariela?" Le preguntó Juan Manuel sonriente y feliz de haber oído el primer comentario realmente deshinibido de la chica.

"Es que tienes que verte el pipí con cuidado mientras caminas y me vas a entender. Te hace plas, plas, plas (Mariela hizo un ademán con su mano en su entrepierna como si fuera un pene chocándo con los muslos). No lo sé, es genial, extraño, gracioso, excitante, todo eso a la vez..."

"Vaya, gracias por hacérmelo saber... capaz presto atención y noto lo mismo..."

"Cuando veo cómo te choca, lo que me pregunto es si sientes ese choque constante...no sé, si te molesta, si te duele...también te debe pesar que jode...."

"Que jode?"

"Sí, es una expresión que usamos para decir mucho..."

"Sí, de verdad que siento la polla chocarme con los muslos, e incluso a veces con los huevos, y el peso es algo normal. Uno está acostumbrado."

"Jajajajajajajajajajajajaj, y no te duelen las bolas cuando el pipí choca con ellas?"

"Lo siento también, pero no pasa de allí. No es una gran molestia, capaz es la costumbre..."

Mariela volvió a repartir sus miradas atentas entre el pene, los testículos y el rostro del viril galán ibérico. Continuaron caminando hasta que un pequeño grupo de chicas en bikinis y otros muchachos desnudos llamó su atención. Eran alrededor de cuatro parejas de jóvenes de no más de 25 años. Estaban por colocar una malla para jugar al futvolley.

"Hey, qué tal si nos acercamos, parece que van a jugar al futvolley!" Dijo Juan Manuel, genuinamente entusiasmado.

"Futvolley? Qué es eso, Juanma?"

"Pues fútbol y volleyball mezclados"

Una de las chicas en bikini, blanca, delgada y de cabello negro lacio, los abordó. Al hablar y presentarse, su acento la delató: era argentina!

"Hola, chicos! cómo están? Mi nombre es Agostina y estoy acá con varios amigos organizando una partidita de futvolley. Les gustaría jugar con nosotros?"

Las parejas de jóvenes era notoriamente atractivas, digamos que de esas bellezas naturales en las que la espontaneidad, la alegría y el carisma terminan dotando de un mayor brillo a lo objetivamente armónico de sus rostros y cuerpos. Había también para todos los gustos; Agostina, con su cabello negro, una chica de cabello castaño que hacía intuir una procedencia mediterránea y una joven con rasgos asiáticos marcados, como si fuera una descendiente latinoamercana de japoneses.

"Hola, yo soy Mariela...chica, de verdad que me encataría, pero no sé jugar..."

"Oh, tranqui, Mariela, vos no te preocupés. Acá en el juego, nosotras las chicas simplemente vamos a disfrutar del juego como espectadoras, como hinchas. Sucede que se necesita a un jugador más, porque uno de los habituales se lesionó una pierna (señaló Agostina a un muchacho muy atractivo con una venda en la pierna). Entonces, nos preguntábamos las chicas y yo, si a tu amigo de pija enorme le agradaría completar la dupla. Jugaría con mi novio, Matías...Matías es aquel, el que tiene la chota grande y venuda...Saludá, pelotudo, saludá... " Alzó la voz Agostina, para que su novio le oyera.

Dentro del grupo estaba Matías apenas más alejado. Al ver a Agostina, Mariela y Juan Manuel, empezó a saludar con la mano.

"Así no, pelotudo...Saludá como te enseñé...mové las caderas y hacé el helicoptero, tarado!" Continuó diciendo en voz alta Agostina, esta vez acompañando sus palabras con el movimiento de caderas que esperaba fuese imitado por Matías.

"Eso, eso...mové la chota, como una hélice...eso, así..."

Matías riendo, hizo el esperado movimiento de caderas, generando que su pene se moviera en la forma de las hélices de un helicóptero. Inmediatamente se dibujaron dos grandes sonrisas en los labios de Mariela y Agostina.

"Qué tremendo...nunca me aburriré del helicóptero!" Dijo Agostina riendo.

Juan Manuel, dotado de una gran velocidad mental y sentido del humor, vio en esto una oportunidad para integrarse y divertirse. De manera que empezó a mover sus caderas tal como había hecho Matías, haciendo el helicóptero con su enorme pene.

"Hola, Mati, hola chicas, soy Juan Manuel, pero podéis llamarme Juanma!"

Mariela inmediatamente se carcajeó, mientras que el resto de las chicas sonrieron ante el gracioso espectáculo.

"Se ve que van a hacer una dupla Macanuda...porque entre pijotudos se entienden!" Rió Agostina, jugando con el doble sentido.