Preguntas a Antonia.

Te acercas a Antonia.

'Hola, perdona molestarte, pero ¿me podrías ayudar en un asuntillo?'

Le pones la mejor carita de cordero degollado, ella echa un largo suspiro, te mira a los ojos. Compasión no es lo que ves, desde luego, pero te quita los papeles de las manos, les echa una mirada y empieza a echarte una charla/bronca sobre lo mal que lo haces, que no sabes organizarte, que le haces perder el tiempo, de que vas a durar menos que un cubito al sol.

Tu autoestima estaba ya por los suelos, pero ella los manda directamente al sótano, en tan solo diez minutos, te ha hecho la mitad del trabajo, te ha indicado donde están tus errores y te dice como arreglarlo. Te lanza una última mirada de esas suyas más y se olvida de ti como si no hubieras hablado con ella jamás.

Bueno, por lo menos has aprendido algo nuevo y has terminado la tarea a tiempo, ya que cuando por fin lo has grapado todo, suena el teléfono, es Rosa.

'Ven a mi despacho y tráete los informes'. Y cuelga. No te ha dado tiempo ni para decir pio.