Por la boca

Él continuó con su movimiento, adorando el interior de tu boca golosa. Chupabas con ganas, como una experta, y el sabor del condón complementaba la dureza y el grosor de su verga.

Te detuvo y te recostó boca arriba, dejando tu cabeza colgando del borde de la cama. Él se puso de pie, y procedió a meter su polla de nuevo en tu boca. Prácticamente te folló, llevando su miembro hasta tu garganta. Te costaba respirar un poco, pero te excitaba a montones que te tomara así.

Te cogió por la boca por un largo rato, hasta que sus empujones fueron más duros, y sentiste cómo palpitaba entre tus labios. Cuando lo sacó, la punta del condón estaba levemente inflada, llena de semen. Tu quijada te dolía, pero estabas mojadísima. Él te acarició el mentón, se quitó el condón y lo tiró sobre la mesita, junto con el primero, y salió, satisfecho.

No pudiste controlarte y te masturbaste, llegando a un orgasmo explosivo gracias a ambas experiencias.