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Chapter 2
by Veterano
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Otra historia
Martin siempre se había sentido como el rey de la calle. A sus 23 años, su actitud de chico "canchero" le permitía salir con varios amigos y mantener una fachada de seguridad que a menudo dejaba a los demás impresionados. Sin embargo, tras cada broma, cada frase rimbombante, y cada gesto de confianza, había un secreto que no compartía con nadie: su micropene, un tema que lo avergonzaba profundamente. Solo él sabía lo que había sentido al descubrir que su cuerpo no se desarrolló de la forma que esperaba, y esa inseguridad lo perseguía en cada momento de su vida.
Todo comenzó a desmoronarse cuando Martin perdió su empleo como vendedor en una tienda de tecnología, justo después de la pandemia. La caída económica lo obligó a regresar a la casa de su madre, en el barrio donde creció, un vecindario tranquilo pero algo alejado de las grandes expectativas que había cultivado de joven. La situación era más complicada de lo que pensaba, y todo empeoró cuando su madre, con la mejor intención del mundo, le dijo que debía dormir en el cuarto de su hermanita, una niña de apenas un año.
Esa noche, mientras intentaba acomodarse en la cuna de madera, una cama de tamaño infantil que parecía burlarse de su tamaño y su ego, Martin sintió un nudo en el estómago. Las paredes decoradas con personajes de caricaturas, los juguetes dispersos por el suelo y el aroma a leche infantil lo hacían sentir aún más pequeño, más insignificante. Sin embargo, la imagen de su madre, que al principio había sido solo una madre preocupada, ahora se transformaba en un recordatorio de todo lo que había dejado atrás. Ya no estaba viviendo su vida de "adulto independiente", no estaba en el centro de la acción, ni mucho menos rodeado de chicas con las que solía ligar. Al día siguiente, Martin trató de no mostrar su frustración. Se levantó temprano, se miró al espejo y, con la misma actitud arrogante que siempre usaba, se dijo: "No importa, esto es solo temporal". Pero el peso de la situación le daba vueltas en la cabeza. No le gustaba admitirlo, pero su madre le estaba viendo como un fracaso. Y peor aún, él mismo se veía como un fracaso.
Por un momento, se detuvo en sus pensamientos. Las veces que había intentado ligar con chicas, las bromas sobre su pequeño miembro siempre le daban vuelta en la cabeza. Nunca había besado a nadie, nunca había tenido una relación seria. Estaba tan centrado en no mostrar su inseguridad que se convirtió en alguien incapaz de conectar con los demás de forma real. Las chicas lo veían como el típico chico extrovertido y "divertido", pero él sentía que nunca era suficiente para ellos. Todo era superficial.
Una tarde, mientras cenaba con su madre y su hermana pequeña, la conversación giró hacia temas más personales. Su madre, sin querer, le preguntó cuándo pensaba salir con chicas, si no pensaba formar una familia algún día. Martin se rió nerviosamente, tratando de restaurarle importancia, pero la incomodidad era evidente. "No te preocupes, mamá, todo llega", dijo con tono confiado, pero por dentro se sintió como si el mundo lo estuviera mirando con desdén.
Esa noche, mientras descansaba en la pequeña cama de su hermana, mirando el techo, Martin pensó en lo que quería para su vida. Si bien no podía cambiar de la noche a la mañana, algo en él se estaba despertando. Quizás el "ser el canchero" no era la solución. Quizás necesitaba empezar a ser más honesto consigo mismo y dejar de huir de sus inseguridades. Al final, pensó, el mundo no es tan cruel como uno se lo imagina. Tal vez, si dejaba de intentar aparecer, encontraría una forma de ser feliz con lo que era, sin necesidad de ser el chico perfecto ni el más seguro. No tenía todas las respuestas, pero una cosa era clara: no podía seguir viviendo bajo esa capa de arrogancia. Y aunque aún le quedaba mucho por descubrir sobre sí mismo, al menos, ahora sabía que tenía que empezar a ser honesto, incluso con las partes de él que temía más.
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