Marianna se enfrenta a los desconocidos

Aunque temblorosa y asustada, exhausta y aturdida, la princesa pelirroja es una guerrera...incapaz de rehuir un combate, a pesar de que las posibilidades estén en su contra. Así, aunque sus cincelados brazos apenas son capaces de sostener su mortífera espada...aunque sus esculturales piernas apenas son capaces de mantener su desnuda figura en pie, Marianna se planta en medio de la calle, preparándose para combatir a los desconocidos oponentes que, en unos segundos, aparecerán delante de ella.

Los gruñidos resuenan ensordecedores en el silencio de la noche a medida que sus desconocidos oponentes se acercan más y más a ella. Y al final, la voluptuosa pelirroja puede ver, vagamente iluminados por la luz de la luna, la naturaleza, casi animal, de sus enemigos. Musculosos, vestidos únicamente con taparrabos que apenas cubren sus enormes falos, las dos figuras, aunque con cuerpos humanos, sus rostros casi están transfigurados, deformados con rasgos casi animalescos...con sus ojos inyectados en sangre. En sus manos, sendas pesadas, pero toscas mazas de acero completan el escaso equipo de las criaturas.

De inmediato, aquellos enloquecidos ojos se posan, llenos de lujuria, en el voluptuoso cuerpo desnudo de la princesa guerrera, la cual, adopta una postura de combate con su espada, esperando el siguiente movimiento de sus enemigos...intentando controlar la creciente debilidad que se apodera de cada uno de sus músculos....intentando controlar el miedo y la inseguridad que el extraño, monótono cántico que resuena en la ciudad atenaza su espíritu.

Aunque la afilada hoja de la letal espada thanigariana brilla amenazadora incluso bajo la tenue luz de la luna, las criaturas no se sienten intimidadas. Al contrario. Con un gruñido de lujuriosa furia, se lanzan hacia la desnuda pelirroja blandiendo las mazas sobre sus cabezas.

Tambaleante, la voluptuosa amazona carga también contra ellos. Pero el esfuerzo que lastra su cuerpo y el desasosiego que aturde su alma es demasiado. El letal golpe sobre sus oponentes es descargado torpemente antes de tiempo, fallando miserablemente. Sin embargo, ellos no fallan. La primera maza impacta justo debajo de su esternón, vaciando sus pulmones de aire, llenando su cuerpo de dolor. La segunda maza golpea de refilón su sien izquierda. Aunque no es un golpe letal, Marianna se derrumba en el suelo duramente, apenas consciente, pero aturdida, con su cuerpo entumecido y dolorido....indefensa.

Los hombres-bestia gruñen de entusiasmo, contemplando el desnudo cuerpo de la princesa pelirroja a sus pies, dispuesta para satisfacer sus más bajos instintos. Como una muñeca de trapo, el atlético, voluptuoso cuerpo de la voluptuosa guerrera es tratado bruscamente por sus conquistadores, los cuales, desprendiéndose de sus taparrabos, exponen sus enormes vergas ante la mirada desesperada de la amazona.-"N....no.......".-Murmura con desesperación Marianna, al darse cuenta de las acciones de las bestias. Pero está indefensa. No puede huir...no puede defenderse. Las criaturas caen sobre ella, penetrando su coño y su ano con sus descomunales miembros viriles.

Marianna gime mientras sus violadores mueven espasmódicamente, con violento frenesí, sus caderas, hundiendo fuerte y profundamente sus pollas en el cuerpo de la ultrajada princesa, mientras ruedan por el polvoriento suelo de la calle. Sus ásperas manos manosean y estrujan los cincelados músculos de la amazona...sus duros, firmes y redondeados glúteos, sus esculturales piernas, sus enormes y carnosas tetas.

Duros como rocas, la princesa siente como aquellos enormes falos se estremecen dentro de ella, creciendo más y más, invadiendo cada rincón de su coño y de su coño, hasta que el mero hecho de tenernos dentro de ella, es doloroso. Marianna patalea débilmente...intenta gritar pidiendo ayuda. Pero no puede...y nadie acudiría a ayudarla de cualquier modo.

Los gruñidos guturales de sus atacantes toman un tono casi de lujuria a medida que su primario orgasmo se acerca. Sus dolorosas y frenéticas arremetidas se vuelven aún más brutales y frenéticas mientras que el vapuleado cuerpo de Marianna solo es capaz de sentir dolor...dolor físico por el ultraje...dolor emocional por el ignominioso destino que la aguarda por su precipitación al perseguir a la asesina de ébano.

Con dolor, siente como finalmente las criaturas derraman su cálida y viscosa semilla dentro de ella casi al unísono. Pero no importa. Demasiado exhausta, demasiado dolorida, demasiado avergonzada, Marianna cae sin sentido mientras su cuerpo sigue siendo sacudido, vejado y manoseado brutalmente por sus vencedores.

Y cuando finalmente, los hombres bestia han satisfecho sus instintos más primarios, observan una vez más el magnífico, voluptuoso cuerpo de la derrotada, destrozada princesa Marianna de Thanigar. Y en sus minúsculas mentes, consideran que será un buen trofeo para La Ronda. Y así, asiéndola por su pelirroja melena, la ultrajada princesa guerrera es arrastrada por las calles de Annun para conocer un destino aún más infame que su derrota y posterior violación.