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Chapter 5 by MrCaliban2 MrCaliban2

¿Que hará a continuación Marianna para satisfacer la lujuria del alquimista?

Marianna danza para el alquimista

Aunque sorprendida por la completa desnudez del alquimista…y por su tremenda polla, sin duda inducida por el consumo de ‘Azul de Pfi-Zer’, Marianna apenas se siente incómoda por ese hecho. En realidad, está comenzado a disfrutar del hecho de turbar al sexualmente al alquimista, a sabiendas de que, toda la abrumadora exuberancia desplegada ante sus ojos, está fuera del alcance de sus manos. Simplemente, ser capaz ahora de ver el resultado de su juego, divierte y excita a la amazona…aunque quizás esa súbita y desinhibida diversión que surge de su cabeza se debe a la ebriedad inducida por el vino.

Lentamente, la exuberante princesa se levanta de la otomana, acercándose con expresión de arrebatadora lujuria en su rostro, al excitado alquimista, paralizado, hipnotizado por la escultural voluptuosidad de la guerrera pelirroja.

Contoneando sus caderas, balanceando su busto, Marianna comienza a danzar delante y alrededor del cachondo maestro Sun, manteniéndose su cuerpo siempre a escasos centímetros de su cuerpo…manteniendo sus bamboleantes tetazas a escasos milímetros de su rostro.

Los ojos de la exuberante pelirroja admiran la desgarradora y dolorosa turbación del alquimista, cuyo rostro parece una máscara de enloquecida lujuria…cuya polla, que casi roza su expuesto y tentador coño, parece al borde de explotar, completamente amoratada por la acumulación de sangre. A Marianna le resulta increíble que ese sátiro con aspecto de hombre que es el maestro Sun no haya saltado ya hacia ella como un poseso para agarrar sus enormes pechos y violarla ‘in situ’ mientras baila…o al menos intentarlo. Simplemente, el hombre gime plañideramente presa de una excitación abrumadora…pero ateniéndose al trato.

Fingiendo un placer arrebatador, Marianna gime de placer como presa de un orgasmo, mientras incrementa el ritmo de sus caderas y de su torso frente al alquimista, cuya excitación parece estar llevándole al borde de un ataque al corazón.

De repente, algo cambia en los ojos del maestro Sun. La lujuriosa mirada vidriosa comienza a desaparecer poco a poco de sus ojos, reemplazada por una de vergüenza y miedo. Confusa, los frenéticos contoneos de la exuberante princesa guerrera se ralentizan.-“Debéis…debéis huir….¡NO!”.-Grita el alquimista, agarrando los cincelados brazos de la amazona, empujándola a un lado con una fuerza inusitada.

Marianna, sorprendida, cae sobre la otomana, furiosa por el hecho de que el maestro Sun haya roto su acuerdo. Sin embargo, segundos después, mientras observa como su polla eyacula ferozmente presa de un orgasmo, observa como un par de pequeños dardos sobresalen clavados en sus pectorales. A continuación, se desploma inerte en el suelo de madera del salón, manchándolo con su semilla.

“Purna no se esperaba esto del maestro Sun. En verdad, Purna está sorprendida.”.-Dice una voz femenina desde el oscuro marco de la puerta. Entonces, como si una sombra comenzara a materializarse desde la nada, una pequeña figura encapuchada, vestida con una pesada capa negra aparece entrando en el salón.-“De todos modos, Purna matará a la princesa Marianna. Tal es el deseo de la princesa Arianna.”.-Añade la recién llegada con una voz gélida, una voz que grita ‘asesina’.

Marianna siente como los ocultos ojos de la pequeña mujer, una joven a juzgar por su tono de voz, recorren lujuriosamente su desnudo cuerpo, haciéndola sentir incomoda, turbada, avergonzada. Siente la tentación de cubrirse castamente sus enormes pechos y su coño con sus manos, pero se resiste. Ese gesto es ahora bastante fútil, a la par que peligroso.

“¿Quién eres?”.-Pregunta Marianna, tensando su escultural cuerpo, preparándolo para combatir, incluso con el humillante hándicap de hacerlo desnuda contra un enemigo vestido, mientras sus ojos evalúan a la figura, la cual, aunque de apenas un metro sesenta y cinco, parece musculosa.-“A Purna no le dijeron que la princesa Marianna fuese tan estúpida. Soy Purna. Soy la mujer de negro. Soy la mujer que matará a la Destructora de Drax”.-Replica la joven, la cual, tras un súbito movimiento de sus brazos, hace aparecer de debajo de las mangas de su negra capa sendos y afilados kris, que brillan amenazadores ante la tenue y fluctuante luz del fuego de la chimenea.

Dicho esto, salta ágilmente como una pantera sobre la princesa Marianna, dirigiendo la punta de sus kris hacia las enormes y expuestas tetazas de la amazona pelirroja.

¿Como combatirá Marianna a la asesina de ébano?

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