Mandas un mensaje

Le escribes de vuelta, aunque no quieres distraerte mucho. ¡Debes enfocarte en el placer!

«Me están follando durísimo que ni te imaginas.»

Escribes y envías. Te aferras al celular, pues de otra manera acabaría lanzado por los aires gracias a la fuerza con la que te sacuden. Tu esposo responde.

«¿En serio? Cuéntame más.»

Te prende contárselo, pero a la vez quieres dejarle la duda. Decides hacer ambas cosas.

—Es mi marido —le dices a los hombres—. Quiere que le diga cómo me follan, así que denme lo más duro que puedan. No quiero mentirle.

«Son dos hombres. Me están dando por el coño y el culo con sus vergas gruesas Me van a partir con sus pollas.»

En efecto, los hombres habían aumentado su fuerza y velocidad, empujando sus trancas hasta lo profundo de tu vagina y de tu ano, haciéndote gritar del placer.

«¿Y te gusta?» lees en el siguiente mensaje. Apenas y puedes contestar.

«Me encanta.»

«¿A cuántos te has follado ya?»

La mente se te nubla más y más. Pronto ya no podrás escribir.

«Amor, te digo luego. Ahorita quiero que estos dos me follen riquísimo y me rellenen de leche ambos huecos. Me cogeré a unos diez más, más o menos. Nos vemos en la mañana. Besos.»

Apagas el celular y lo dejas sobre la cama. Te imaginas a tu esposo pajeándose furiosamente. Le has dejado excitadísimo, y definitivamente te cogerá cuando llegues a casa. A él le encanta que goces como la puta que eres. Te imaginas cómo se corre justo cuando tú misma te corres.

Las embestidas de los hombres incrementan, y el éxtasis te llena. Estallas en placer, hundiendo la cara contra el hombro del hombre al que montas. Te pierdes por un largo rato en el orgasmo, amplificado por el continuo bombeo de ambos. Tardas un momento en regresar en ti, y para entonces ellos también han terminado.

Se salen de ti y sientes algo caliente escurrir de tu coño. Soltaron una muy buena cantidad de semen.

Tomas el celular de nuevo, y hay un solo mensaje de tu esposo.

«Diviértete» seguido del emoji de un beso.

Te muertes el labio y abres las piernas para darle la bienvenida al siguiente.

¿Con cuántos más cogerás? Quién sabe. Pero tú (y tu esposo) sabes que lo disfrutarás al máximo.