Intenta llegar hasta el edificio

Vuelves a ponerte en pie. Esta vez tus piernas parecen responder, aunque todavía te notas bastante mareada. Cuando miras hacia abajo, a tu cuerpo, ves una camiseta negra, algo raída y un poco rota, y unos vaqueros bastante desgastados. Todo ello cubierto de una capa considerable de polvo y arena. Te sacudes un poco con las manos para adecentarte lo más posible, y el movimiento tan brusco casi te hace acabar otra vez en el suelo, pero, además, te ha hecho consciente de que la camiseta ancha y los pantalones ceñidos cubren un cuerpo con curvas, no excesivamente delgado, pero con tampoco peso de más, y unos pechos que, aunque no grandes, sí tienen un tamaño más que decente.

Con las piernas aún algo temblorosas pones dirección al edificio que se encuentra en la distancia. Cuando pasas cerca de la moto destrozada y el cuerpo, piensas si no deberías quizá acercarte más, pero si quieres encontrar ayuda, cada segundo cuenta, y por lo que puedes ver del estado del cuerpo desde aquí, tú eres la única que puede usar esa ayuda ahora mismo. Así que giras la mirada y te encaminas lo más rápido posible a tu destino.

El edificio ha resultado no estar tan alejado como te había dado la sensación en un principio, y no te ha sido difícil llegar. Aún así, estás sin resuello, y te notas cada vez más y más mareada. Será mejor que te atiendas esa herida cuanto antes. Lamentablemente, aún te queda un obstáculo más antes de poder llegar al edificio, ya que, aunque desde lejos y en la oscuridad de la noche no lo habías distinguido, todo el edificio está rodeado por una valla metálica. Así que, agarrándote con la mano en la rejilla y utilizándola de soporte, empiezas a buscar una entrada.

Afortunadamente no tardas mucho en encontrarla, y aunque no es la puerta que estabas buscando, has dado con un agujero en la malla de metal, que te permite colarte haciendo un poco de fuerza. Te acercas lo más rápido que tu estado te permite hasta la pared del edifico, donde prácticamente te dejas caer para poder mantenerte de pie. Vas a empezar a volver a andar, cuando tus ojos consiguen ver en la oscuridad lo que parece un gran barreño de agua. Matarías por beber un poco, y a tu herida no le vendría mal que la lavaras un poco, así que te diriges directamente hacia él.

Cuando llegas, el reflejo en el agua te muestra a una chica bañada por la luz de la luna, joven, quizá de unos 25 años, que te devuelve la mirada. Te fijas en su cabello pelirrojo, en sus ojos marrones, casi negros, que miran con confusión. Te fijas en la marea de pequitas que recubren sus mejillas, y en cómo resalta el rojo de la sangre que le recorre desde la frente en su piel clara. Pero, por mucho que te fijas, no eres capaz de reconocer a esa chica de mirada perdida. Pero antes de que puedas hacer nada más, el ruido de un motor cercano te saca de tus pensamientos.

El sonido venía de la esquina derecha a donde te encuentras, la zona del edificio más cercano a la carretera. Te diriges hacia allí, cuando escuchas una voz.

"¿Los has encontrado?"

Te asomas con cuidado por la esquina, y desde tu posición, ves una pequeña hoguera, bien tapada para que no pueda verse desde la carretera, lo que te impidió verla mientras te dirigías hasta aquí. A su alrededor ves dos hombres, de espaldas a ti, que parecen mirar a un tercero que viene desde el coche que acaba de llegar.