En tu boca

—Deja que se vengan en tu boca —te dice —que te den de comer cada gota de lefa.

—S-sí, amor.

—¡Oigan! —tu esposo habla más fuerte para que los hombres lo escuchen—. ¡Mi esposa tiene hambre! ¡Denle de comer verga y rellenen su estómago de lefa!

Los hombres no contestan, pero obedecen. Te follan lo más intensamente que te han follado nunca, y justo cuando sientes claramente cómo sus gruesas vergas palpitan dentro de ti, se salen y te hacen arrodillarte frente a ellos. Les quitas rápidamente los condones, y los masturbas con firmeza. Sientes sus gruesas, duras y ardientes pollas, cubiertas de tus jugos, palpitar y bombear. Chupas ambos glandes al mismo tiempo justo cuando se vienen. Ellos disparan chorro tras chorro de semen, y tú los recibes todo en tu boca, apenas pudiendo contenerlo todo con dificultad.

Se salen de tu boca tras largos segundos, y tú alzas el celular y abres la boca. Le muestras a tu esposo la enorme cantidad de lefa con la que juegas con la lengua.

—Qué rico se vinieron, mi vida —Te dice tu esposo —. Espero que así desleches a todos en la fiesta. Bébelo.

Tú tragas, y sientes que pasa mucho más en tu garganta de lo que creías tenías en la boca. Es salado y caliente, y te llena de morbo. Los hombres salen de la habitación.

—¿A qué hora regresas?

Tardas un largo momento en recomponerte y enfocarte para contestar.

—No sé... Creo que quedan algunos hombres más...

—Muy bien, amor. Disfruta y cógetelos a todos.

Le sonríes y le mandas un beso.

—Claro, cariño. Tu esposa puta será cogida rico por otro rato más. ¡Mira! Ya entra el siguiente.

—Okay, amor. Desléchalo.

Se mandan un par de besos y cuelgas. Abres las piernas para darle la bienvenida al siguiente.

¿Con cuántos más cogerás? Quién sabe. Pero tú (y tu esposo) sabes que lo disfrutarás al máximo.