Cuchillo se encarga

Cerebro acabó decidiéndose. A todas luces, su plan o el de Sombra proporcionaban más ventajas que los demás. Una vía limpia para entrar en la casa. Sin embargo, ambos tenían pegas importantes.

Dentro de la casa había una policía, y de algún modo no le parecía buena idea mandar allí solo a uno de los suyos. No es que se apreciasen mucho entre ellos, pero perder a un hombre era un riesgo absurdo.

Su propio plan implicaba mantener a alguien vigilando a la muchacha una vez fuera de combate. Tampoco creía necesitar a todo el mundo para llevar a cabo esto, sin embargo, ¿para qué correr un riesgo tan tonto? Era mejor aprovechar toda ventaja, incluso en trabajos fáciles.

El plan de Músculos era absurdo. A él mismo le habría gustado verlo, incluso formar parte. Nunca había visto a Kate, pero sí la foto de su hermana, Heidi, y era espectacular. Si se parecía un poco... podía merecer la pena. Claro que, como dijo Cuchillo, la chica podría gritar. También podrían tardar demasiado y arriesgarse a que alguien les vea.

Descartando las opciones, solo les quedaba esperar o seguir la idea de Cuchillo. Esperar era tentador, pero Cerebro aún tenía mentalidad militar. Si se podía reducir el número del "enemigo", había que aprovechar la oportunidad.

Finalmente miró a Cuchillo. Bastó un simple gesto para hacerse entender. Músculos dió un golpe al aire mientras sombra se limitó a encogerse de hombros.

El antiguo yakuza se deslizó sigilósamente entre árboles y arbustos. Aunque era de noche, había luna llena. Para una persona normal sería complicado verle, pero nunca se sabe. No es que le asustase una jovencita, pero no quería darle la oportunidad de gritar o de salir corriendo.

Se detuvo a unos veinte metros de ella. Al estar más cerca, no pudo evitar quedar embriagado por la suculenta visión ante sus ojos. Pechos grandes, no lo suficiente para parecer vulgares, dibujados perfectamente a través de la fina camiseta blanca. Su larga cola rubia, sus labios carnosos... parecía una modelo en mitad de la pasarela. De hecho, se preguntó como una chica así no era modelo de bañadores o de lencería.
Cuchillo se encontró a si mismo fantaseando con ponerla a cuatro patas en el suelo, arrancarle la parte baja del bikini, cortar la camiseta para dejar salir a tomar el aire a sus gloriosas tetas, y follarse ese culo hasta caer exahusto. Sabía que jamás conseguiría acostarse con una chica como aquella, no por voluntad propia, y comenzó a sentir más aprecio al plan de Músculos. Matarla sin más sería un desperdicio.

Kate seguía peleándose con el móbil. Maldijo su mala suerte. Tal vez Heidi tenía razón. Podía esperar a mañana, cuando fueran al pueblo a primera hora, y llamar desde allí. Seguro que la señal sería mucho mejor. Además, también comenzaba a ver algo de verdad en las palabras de Catherine. Empezaba a hacer algo de frío. Sus pezones se habían ido endureciendo poco a poco durante los últimos minutos, marcándose aún más a través de la camisa. Ahora, al reentrar en la cabaña, no solo tendría que soportar bromas por su falta de paciencia o su adicción al móvil, como estaba seguro que lo llamarían, sino que volvería a notar la hambrienta mirada de Dana clavada en su busto. No es que fuese especialmente desagradable, Dana era casi de la familia para ella, pero no quería que se burlasen más de lo estrictamente necesario.
Acabó decidiendo volver al interior.

Cuando aquella belleza comenzó a andar de nuevo, Cuchillo volvió al mundo real. Ante todo era un profesional, y era hora de ponerse en acción.