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Chapter 6
by Salidoman2000
¿Cual será el siguiente paso de los asesinos?, ¿qué están haciendo las demás chicas?
Caballo de Troya
Cerebro volvió a organizar al resto del grupo. Este podía ser el primer momento decisivo de la noche. Tenían una "llave" para entrar en la cabaña. Solo hacía falta organizarse un poco y, con algo de suerte, tendrían la situación bajo control en unos minutos.
Volvieron a reunirse con Músculos y Cuchillo. Nada más llegar, los dos asesinos quedaron sorprendidos con la joven presa de Cerebro. El grandullón no encontraba ningún motivo para no divertirse un poco ahora.
-¿Seguro que no podemos empezar ya la fiesta?
Cerebro le detuvo con un solo gesto.
-No. Primero nos haremos con la cabaña. - Aquella respuesta gustó poco a Músculos, pero Cerebro estaba acostumbrado a tratar con tipo como ese. Sabía que hilos debía tocar - Dentro hay otras tres mujeres. Podrás tener tu fiesta cuando las tengamos a todas. Incluso te dejaremos elegir primero.
Aquella perspectiva gustó más al hombretón. Cuchillo y sombra no mostraron ninguna disconformidad. Sombra había estudiado bien las fotos y los datos de cada una de las damas. Sabía que ninguna era precisamente un premio de consolación. Cada una de ellas bastaría para saciar las fantasías eróticas de cualquier hombre. Cuchillo era más fácil aún de contentar. No tenía un tipo definido de mujer. Él disfrutaba haciéndolas sufrir. Era un auténtico sádico, y además, también sabía que ninguna de ellas era un desperdicio.
Cerebro continuó explicando el plan.
-Sombra llevará a nuestra bella durmiente hacia la puerta frontal. Pedirá ayuda para ella, y entonces...
Mientras tanto, en el interior de la cabaña, solo Dana esperaba en el salón. Heidi y Catherine, tras unas cuantas copas más, habían subido a las habitaciones del piso superior para acostarse. Pretendían levantarse pronto por la mañana. Dana, sin embargo, estaba más acostumbrada a trasnochar y levantarse pronto. Su trabajo no le dejaba muchas más opciones. Cómo Kate había salido sin llaves, alguien debía quedarse a esperarla, y Dana se ofreció voluntaria. Además, Dana sabía aprovechar bien estos momentos de soledad.
Estaba recostada sobre el cómodo sofá principal de la habitación. Tenía el camisón levantado, y los dedos de su mano derecha comenzaban a acariciar suavemente los labios exteriores de la vagina. Con la mano izquierda masajeaba, a través del camisón, sus pequeños pechos. Respiraba cada vez más agitadamente, y se ****ía el labio inferior para intentar controlar los gemidos que, de otro modo, pronto empezarían a subir demasiado de volumén. Mantenía los ojos cerrados mientras la mano derecha alcanzaba cada vez más velocidad, y algunos dedos empezaban a deslizarse dentro y fuera de su zona íntima.
Imaginaba a Catherine, con la parte superior de su vikini rosa por debajo de los pechos, abrazándose y besándose con una desnuda Heidi, que a su vez masturbaba con la mano derecha a Catherine. Mientras tanto, en su imaginación, la joven Kate, vestida con la misma ropa apretada con la que había salido, se afanaba en proporcionarle torpemente sexo oral.
Dana quería a sus amigas como a sus propias hermanas. Sabía que no tenían inclinaciones lésbicas o bisexuales, así que nunca les sugeriría nada así. Además, las quería y las respetaba demasiado como para arriesgarse a ofenderlas de algún modo. Eso no la impedía fantasear con ellas. Llevaba haciéndolo desde los últimos años de instituto, tras su primera y última experiencia sexual con un hombre. Fue decepcionante e incluso le resulto algo repulsivo. No es que odiase a los hombres. En el cuerpo de policía tenía muchos buenos amigos. Simplemente no los encontraba atractivos.
Sus movimientos, si bien habían ganado velocidad, seguían sin ser demasiado rápidos. Le gustaba disfrutar de cada momento, sin apresurarse. La mano izquierda comenzaba a apretar un poco más. Esporádicamente, los dedos índice y pulgar atenazaban uno de los pezones, apretando un poco durante unos segundos. Ya estaba moviendo las caderas para hacer más fuerza contra la mano derecha. Arqueaba la espalda fruto de las placenteras sensaciones que ella misma se producía. Contenía como podía los gemidos, cada vez más profundos. Su respiración se aceleraba más aún. Movía la cabeza de un lado a otro. Estaba apunto de llegar. Solo un poco más y conseguiría el primer orgasmo de la noche.
Sonaron tres golpecitos en la puerta. Alguien llamaba desde el exterior.
-Joder Kate.
Dijo para sí misma, algo frustrada. Aún estaba moviendo las caderas mientras se masturbaba. Estaba tan cerca que le costó un gran esfuerzo parar. Maldijo el momento que había tenido la joven Kate para volver. Unos minutos antes o después, y ahora no se sentiría tan frustrada. Pero más le valía levantarse y abrir la puerta. Si tardaba mucho, los golpes acabarían despertando a Heidi y Catherine.
Se arregló el camisón como pudo. Cogió las llaves de la mesa, y abrió la puerta. No esperaba lo que vió.
Delante no estaba Kate, o más bien, no estaba solo ella. Un hombre rubio de piel clara, casi lechosa, vestido con pantalones y camisa negros, estaba frente al umbral. Tenía cierto toque de distinción. Claro que poco importaba. Sostenía en brazos a Kate. Su amiga tenía parte de la ropa manchada de tierra, sobretodo la espalda. Los ojos cerrados, pero su expresión, aunque inconsciente, era angustiada.
-¡Kate!
Sombra contempló a la mujer que tenía delante. No se había equivocado, otra preciosidad. Era pelirroja, y más bajita que "la bella durmiente". Sus pechos eran más bien pequeños, pero bien proporcionados para la anatomía de la pelirroja. Sus ojos verdes, ahora preocupados, y algunas pecas, le conferían un toque de picardía. Además, sus mejillas estaban sonrojadas y los pezones erectos se marcaban a través el camisón.
-La he encontrado junto lago. No sé que ha debido ocurrirle.
Y Sombra esperó. Ahora todo estaba en manos de aquella mujer. Dana, según el informe que habían recibido. De hecho Kate era la única cuyo nombre desconocían hasta ahora, pero acababan de averiguarlo. No es que importase mucho.
Para Dana era evidente que algo le había ocurrido a su joven amiga. Ahora pensaba que alguna debería haberla acompañado. Aunque esta zona fuese segura, no dejaba de ser un bosque. Tenía que atenderla. No era médico, pero en la policía les enseñaban al menos primeros auxilios. La situación requería actuar rápido. Sin embargo no conocía a este hombre. Se preguntaba cómo había podido cambiar tanto la situación en un solo instante. Hace un momento estaba al borde del éxtasis, después enfadada con Kate por interrumpirla, y ahora estaba nerviosa y asustada por su amiga.
Sin que Dana lo supiese, Músculos estaba inutilizando el coche de las chicas. No lo creía necesario, pero Cerebro había insistido en no correr riesgos.
También sin que la inspectora se diese cuenta, al menos hasta el momento, Cerebro y Cuchillo estaban en posición. Estaban uno a cada lado de la puerta, a unos pasos de distancia para no ser vistos, y preparados para abalanzarse si la situación lo requería.
Las cosas habían salido bien hasta ahora. Solo parecía haber una de las mujeres en el piso de abajo. Era la policía, eso podía dificultarles la entrada, pero incluso eso podía ser una ventaja. Si la reducían, las otras dos serían mucho más fáciles.
¿Consiguen entrar?, ¿Dana sospecha algo?
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4 mujeres condenadas
4 mujeres pasan una semana en una cabaña aislada, sin saber que un grupo de mercenarios las vigila
Created on Jul 29, 2012 by Salidoman2000
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