¿Hermana Anna?

• Hola hermana Margarita.
• Hola ¿donde esta?
• Lo siento. Es que tuve un accidente y me caí en la calle.
• Dios bendito! ¿esta bien?
• Si, si estoy bien. Un joven se apiado de mi y me ayudo.
• Dios es grande hermana.

Jamas aquella mujer podría imaginar que Anna se encontraba de rodillas frente a Sebastián, chupando su pene cada vez que dejaba de hablar con ella. Él, sentado en el sofá de la sala principal admiraba como la devota mujer sostenía el teléfono con la mano izquierda y agarraba la base de su pene con la derecha, que guiaba hasta su boca para complacerlo.

• ¿Necesita que mi esposo y yo la vayamos a buscar?
• No... no es necesario... este joven se ofreció a pagarme un taxi.
• Bendiciones al joven, hermana Anna. La veo mañana en la congregación entonces. A dios y que el señor la proteja.
• A usted también hermana.

Anna apago su celular y se concentro en seguir chupando el pene del joven que tenia ante ella. El sabor y el aroma del joven la estremecía hasta el corazón. Sus piernas temblaban por uno que otro orgasmo que sentía mientras chupaba, lamia y besaba la entrepierna de Sebastián. Desde entrepierna aun quedaban restos de esperma de su escena en la cocina y una que otra gota caía cada vez que un tiritón empezaba. Pero en medio de su actividad, vio a Sebastián a los ojos y de pronto se retiro de golpe. Desviando la vista del joven, aun quedando de rodillas frente a él.

• ¿Que pasa? ¿por que te detienes?
• .... No me juzgues....
• No lo hago.
• Si lo haces!... he estado sola por mucho tiempo... yo no soy una zorra!
• No pienso que lo seas.

Él tomo la barbilla de Anna y la guio nuevamente hasta su entrepierna. Abrió su boca he introdujo su pene dentro nuevamente pero esta vez una mano acariciaba la cabeza de la mujer mientras que la otras la entrelazo con una de las de ella.

• No pienso menos de ti. Eres una mujer que tiene deseos... eso no tiene nada de malo.
• ... pero...
• Calla... solo disfrutame.

Anna siguió complaciendo a Sebastián hasta que eyaculo dentro de su boca. Anna se recostó en uno de los muslos del chico, con su boca derramando el joven esperma, su mejilla tocaba el miembro flácido del joven y sus narices respiraban toda la mezcla de olor que venia de la entrepierna de Sebastián. Él por su parte seguía acariciando el pelo de Anna con sus manos aun entrelazadas.

• Cuando me uní a la iglesia.... fue por que necesitaba ayuda con lo que mi esposo me había hecho.
• .....
• Y era por que ya no quería estar sola.... quería cariño y la fe me lo había dado.... pero yo también creo muy poco... eso me hace hipócrita ¿no?
• No tiene nada de malo serlo cuando no haces mal a nadie.
• Tu no tienes moral ¿cierto Sebastián?
• Si tengo. Pero es mi versión de ella.
• .... No se como es que logras esto.... ose mirame! Tengo tu esperma en mi cara y estamos hablando de teología y moral!

Sebastián puso su mano en la mejilla de Anna y la apretó con cariño.

• La vida no es feliz. Por eso no vale la pena tomársela tan enserió.
• .... Ok..... ok....

Mas tarde el taxi llego al frente de la casa y Anna se despidió.

• ....Gracias... por tolerar esto.

Dijo Anna indicando su cicatriz.

• No hay nada que tolerar. Solo apreciar.

El taxi partió dejando ver que Anna se había marchado llorando a medida que se alejaba.

• Que agradable mujer.... creo que dormiré solo hoy.

Dijo volviendo a entrar a la casa.